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El regalo de un puntero

La munificencia de Carlos Ruckauf cuando se trata de dispendiar los fondos del Estado no termina en designaciones diplomáticas ni paseos pagos por los impuestos de los argentino a Nueva York para visitar a sus nietos. Desde que fue puesto en el cargo de canciller, Rucucu designó a 250 empleados nuevos en un ministerio que cuenta con apenas 600. Estos nuevos 250 administrativos entraron en la acuosa categoría denominada “planta transitoria”, es decir en un escalón más que los contratados y uno menos que los efectivos. No contento con ello, los hombres de Ruckauf arman un concurso de oposición para que estos “transitorios” puedan rendir y, gracias a ello, pasen a ser “permanentes”. Este episodio ocurrirá en breve, por supuesto antes de las elecciones. “Rucucu” llenará otra dependencia del quebrado Estado nacional, olvidado –en el mejor de los casos– de que este gobierno hace ingentes esfuerzos para pagar planes Jefes y Jefas de Hogar y arma dispositivos rescate a fin de que los niños del interior dejen de morir de desnutrición e inanición. Mientras, él despliega su filosofía de puntero barrial en el ministerio que le tocó nombrando personal que, cree, mañana le deberá el favorcito.
Otro regalo ruckaufista para la próxima administración.

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