EL PAíS › LAS ELECCIONES DE HOY EN CORDOBA Y LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES

La buenaventura de Mariano

Zannini analiza aquí las perspectivas para las elecciones de hoy en la ciudad en la que vive y en la provincia en que nació. El fenómeno de La Cámpora y la renovación generacional. Mariano Recalde y los dilemas del balotaje en la Capital.

 Por Horacio Verbitsky

–¿Cómo ve el proceso electoral en Córdoba y la Ciudad Autónoma?

–También hay elecciones en La Rioja e internas en La Pampa. Fíjese qué distinta actitud la de este gobierno que ha institucionalizado las primarias abiertas, y el resto. La oposición trata de nacionalizar una realidad local. Les ha ido bastante mal cada vez que lo intentaron. Cada elección tiene condimentos locales muy fuertes, que no pueden trasladarse en forma mecánica al orden nacional.

–En la Capital y en Córdoba la elección presidencial de 2011 dio para el FpV cifras muy superiores a las de los comicios locales. Cristina ganó en todas las provincias salvo en San Luis, y en todos los barrios porteños salvo Belgrano, Palermo y Recoleta. Pero ahora la candidata no es Cristina.

–Recalde puede dar una sorpresa. Era muy difícil porque tenía que convalidarse en una elección interna, el paso amargo de discutir con los compañeros, y ahora tratar de que haya una verdadera opción, no dos candidatos de un mismo sector disputando por formalidades. Es un electorado que para el peronismo siempre ha sido dificultoso.

–La única vez en los 32 años de democracia que el peronismo ganó en una elección porteña, con el 32,6 por ciento de los votos, fue con el ministro del neoliberalismo, Erman González como candidato.

–Era claro que no querían votar al peronismo.

–La de Mariano Recalde es la primera verdadera campaña del FpV en la Capital, con programa, con acompañamiento político y publicidad. Pero no sé si su identificación con la gestión nacional alcanza para compensar el escaso tiempo para la instalación de un candidato sin práctica previa de militancia en la ciudad. Yo también espero que Recalde pueda remontar esas dificultades, y entrar al segundo turno. De lo contrario, sería la primera vez y el primer lugar donde el FpV pasaría a ser el bien mostrenco que otros se disputan, para la segunda vuelta del 19 de julio. Pero eso al mismo tiempo abriría la perspectiva de que el PRO pudiera perder el gobierno de la Capital, cosa que tendría un efecto revulsivo en el panorama nacional.

–No creo que los electores tengan dueño. El pueblo piensa cada vez que va a las urnas. Las mejores jornadas, desde el 83 hasta acá, las he vivido en días de elección, donde la gente ejerce su derecho y su obligación de votar con alegría, en paz. En un país con una historia como la argentina tenemos que valorar el acudir a las urnas y votar a quien nos dé la gana. Yo tengo ganas de que lo voten a Mariano, porque sé de su calidad como ser humano y de su capacidad, parte de una juventud que está tomando la posta. Creo en los jóvenes, creo en gente como Mariano, que ha tomado a su cargo una gestión y lo ha hecho con brillantez. Un tipo que se dio el lujo de rechazar una coima multimillonaria en dólares, que ha manejado un presupuesto en Aerolíneas como el de los subtes y lo ha hecho mucho mejor. Con el mismo presupuesto ha producido muchos cambios, mientras Macri hizo menos kilómetros de subte que De la Rua. A partir de la falta de conexión entre personas, la falta de vida social, el aislamiento, que produce la vida citadina, la Capital es el lugar donde el Circulo Rojo tiene mayor influencia. Si la gente logra salir de esa influencia puede haber una sorpresa y una verdadera confrontación en la segunda vuelta. De otro modo se pierde una gran oportunidad. Nadie sabe qué puede pasar después, hasta es probable que para no afectar las posibilidades de Macri el propio Lousteau decida bajarse.

–El lo ha desmentido.

–Yo no le creo.

–La renovación generacional es muy marcada en todo el contexto político. Nosotros lo vemos con especial simpatía en el FpV y en La Cámpora. Pero también se da en la derecha liberal y en la izquierda marxista, con un precandidato presidencial de 35 años.

–Es inevitable, es biológico. Pero que sean más jóvenes no quiere decir que tengan ideas jóvenes. Muchas veces hay jóvenes portando ideas viejas. A nuestros jóvenes los veo como la primera generación que crece sin persecuciones. Tienen una apertura y una libertad para pensar que no tuvimos nosotros. Estábamos en la resistencia, con miedo, y sin muchas más herramientas que las ganas de cambiar el mundo. Ellos no tienen límites, porque vuelven a poner a la Argentina a la vanguardia de Latinoamérica en lo político y lo cultural. Los presidentes de muchos países de la región lo ven como un fenómeno que quisieran en sus pueblos y que tratan de reproducir. Es un tesoro que tenemos que cuidar. Ya no son pibes, tienen entre 30 y 40 años, están mucho más formados de lo que estábamos nosotros a esa edad y tienen un sentido de lo colectivo, de pertenencia y de Patria, que nosotros teníamos enrarecido por otras cosas que se vivían en otra época. Había otras ideas que circulaban por el mundo y por ahí estábamos más atados, confundiendo la ideología con los intereses nacionales.

–Este trasvasamiento generacional no ha ocurrido por casualidad. Cuando Kirchner dijo por primera vez que no pensaba buscar la reelección le pregunté a qué pensaba dedicarse y me contestó que a formar y a organizar a cuadros jóvenes para preparar el relevo. Y Cristina le ha dado alta visibilidad y responsabilidades a ese proceso. Vayamos a Córdoba.

–Se está produciendo un fenómeno de derechización del radicalismo.

–¿Sólo en Córdoba?

–Muy localizadamente. No lo veo así en otros lugares. Allí hay radicales que consideran su jefe a Macri, cosa que era impensable que pudiera ocurrir en Córdoba, que fue siempre una mezcla de aristocracia y revolucionarismo. Está tan acentuada la derechización del radicalismo que marcha a un fracaso electoral. La clave de Néstor fue que se alzó contra la vieja política. Sin la crisis del 2001/2002 no hubiera sido presidente. El comprendió mejor que nadie que tenía que alejarse de todas las recetas que ya habían sido probadas. El se encargó de replantear los problemas que tenía la política: la relación con la justicia, con los militares, con las corporaciones. Néstor y Cristina tuvieron la mayor comprensión de la necesidad de un cambio, de no volver a la vieja política, y esta es una de las cosas que este 25 de octubre se decide: si se va a dar un paso atrás en búsqueda de las viejas recetas de ajuste disfrazado de austeridad, o si se va a profundizar lo que la Argentina viene logrando.

–¿Cacho Buenaventura es la nueva política?

–No podemos igualar por profesión a los que piensan distinto. Cacho viene de una militancia radical y creo que tiene una ligazón con el pueblo cordobés desde otro lugar que trasciende lo partidario. Viene a la política desde una vocación social, más que como intérprete de una farándula que en Córdoba no existe en los términos que existe en esta Capital, o en los términos que fue Del Sel en Santa Fe. Creo que fue una búsqueda de Acastello para romper el desconocimiento que tenía.

–El PRO fracasó en Santa Fe y es probable que fracase hoy en Córdoba. Además, un alto porcentaje de los votos que hoy vayan para Schiaretti, más los votos de hoy para Acastello, serán para Scioli-Zannini en octubre. Eso ya ocurrió en 2011: De la Sota ganó la elección provincial y a la semana siguiente Cristina arrasó en Córdoba.

–Quieren presentar como nacionales partidos que en realidad son vecinales, y es muy grande la dificultad que encuentran para crecer en el interior del país. Se trata de un fenómeno impuesto mediáticamente, por eso fracasan estas experiencias.

–El PRO sería ese partido vecinal.

–Sí, y pareciera que va a quedarse con los restos de la Unión Cívica Radical derechizada.

–¿O la Unión Cívica Radical volverá a ser junto con el peronismo uno de los dos únicos partidos nacionales?

–No creo. Lo más probable es que haya un debilitamiento de la UCR, sus propios bloques parlamentarios están en riesgo, y eso va a conmover la estructura partidaria que todavía les queda. Han cometido demasiados errores, y muchos dirigentes del radicalismo tienen una visión nacional que naturalmente se termina acercando al FpV, que quiere ser también una expresión no exclusivamente peronista. Con peronistas, con nervio en el peronismo, pero representando a muchas ideas socialistas, comunistas, abriendo las listas a otros partidos, pequeños y grandes, con historia de luchas y con historia de participación, y que comparten lo esencial que es el rumbo central del gobierno, sin dejar de criticar aquellos aspectos que pueden no gustar íntegramente.

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