EL PAíS

Tucumán, la previa

 Por Mario Wainfeld

Tucumán elige hoy su gobernador y autoridades provinciales. Por mandato constitucional desdobla sus elecciones de las nacionales. El calendario electoral es barroco y fatigante pero modificarlo dista de ser sencillo o aún accesible: chocaría con la lógica del federalismo y las facultades otorgadas a las provincias.

Como es proverbial en el NOA, el pueblo tucumano es muy fiel al peronismo. El pe-ríodo iniciado en 1983 registra primacía de gobiernos justicialistas con una sola excepción llamativa y afrentosa. El represor y ex dictador Antonio Domingo Bussi conservó una adhesión popular llamativa que le permitió ser la única excepción en ocho gobiernos. Ocurrió entre 1995 y 1999. En ese año su hijo Ricardo estuvo a una uña de prolongar la dinastía, perdiendo en un final cabeza a cabeza contra el justicialista Julio Miranda.

El predicamento de Bussi inspiró en 1991 una movida astuta del entonces presidente Carlos Menem. Inventó como candidato y como dirigente político a Ramón Ortega. Sólo la popularidad de Palito pudo frenar a Bussi pero su mala gestión le habilitó el triunfo cuatro años después. En 1991 Menem sacó de la galera varios gobernadores para robustecer al PJ: Carlos Reutemann en Santa Fe, el más semejante a Palito. Y su vicepresidente Eduardo Duhalde para amarrar la provincia de Buenos Aires.

Era el año del comienzo de la convertibilidad que combinada con esas movidas políticas le valieron a Menem años de liderazgo cuyos costos sociales se siguen pagando.

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El candidato del Frente para la Victoria es el ex ministro de Salud José Manzur, quien aspira a suceder a José Alperovich. El gobernador saliente es la figura dominante de la política local, enhebrando tres mandatos consecutivos desde 2003.

El oponente con chances es el diputado radical José Cano, quien comanda una coalición con el apoyo de su partido, el PRO de Mauricio Macri y el Frente Renovador de Sergio Massa.

Es ocioso en la previa aludir a las encuestas, que el lector interesado puede buscar con facilidad.

Sí vale decir que, en las recientes Primarias Abiertas nacionales, Alperovich superó el 59 por ciento de los votos como candidato a senador. Y Daniel Scioli apenas menos: un largo 57 por ciento del total.

La compulsa para gobernador es distinta, entre otros factores, porque Manzur no tiene la talla de Alperovich ni de Scioli. Y porque la coalición opositora tuvo la astucia de huir de “la pureza” enarbolada por Jaime Durán Barba y por la Convención radical de Gualeguaychú. Sumó a sus filas y a la boleta como candidato a vicegobernador a un peronista con votos: el intendente de San Miguel, Domingo Amaya. Amaya aspiraba a ser el delfín de Alperovich, al ser desairado se sumó a sus adversarios.

En 2011 Alperovich arrasó, con una ventaja sideral que nadie supone que se repetirá, ni en el mejor escenario para el FpV.

Como es habitual en muchos distritos, la capital provincial es el bastión opositor, dato robustecido por la presencia de Amaya. El FpV es más fuerte en el interior donde vive el 60 por ciento de la población. La diferencia en San Miguel será una referencia crucial para decidir el desenlace. Manzur es favorito pero los resultados solo se conocen cuando se escrutan los últimos votos.

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