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Una condena moderada contra Cuba en la ONU

La Comisión reunida en Ginebra mocionó para que el gobierno de Fidel Castro aceptara un representante de la ONU para los derechos humanos. Satisfacción en la isla.

Los voceros del gobierno de Estados Unidos dijeron que estaban “muy satisfechos” pero Cuba lo consideró “una victoria moral”. Luego de que dentro de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU no se juntaran los votos para respaldar un texto en el que se hacía expresa mención a la reciente condena de disidentes cubanos, el organismo aprobó una resolución moderada sobre la situación de la isla. El proyecto, que fue presentado por Uruguay, Perú y Nicaragua, “insta al gobierno de Cuba a que reciba a la representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos”. Esta vez, la Argentina zafó del mote de “servil vasallo de la gran potencia” (una forma más sofisticada de decir “lamebotas”), con el que el gobierno de Fidel Castro calificó a los promotores de la iniciativa.
La sanción contra Cuba fue aprobada por 24 votos a favor (dos más que el año pasado), 20 en contra y 9 abstenciones. Siete de los once países latinoamericanos que integran este año la Comisión de Derechos Humanos (Chile, Costa Rica, Guatemala, México, Perú, Paraguay y Uruguay) la respaldaron. Venezuela y Cuba se opusieron, y Brasil y la Argentina –que cambió su postura después de doce años– se abstuvieron.
Antes de votar el proyecto de Uruguay, Perú y Nicaragua, la Comisión había rechazado dos propuestas de enmiendas. La primera, elaborada por Costa Rica, condenaba recientes arrestos y las ejecuciones de tres secuestradores de una lancha. Reclamaba, además, la “liberación inmediata” de los opositores encarcelados. Perdió 31 a 15, con 7 abstenciones. Presentada por la delegación cubana, una segunda enmienda pedía el fin del bloqueo de Estados Unidos. También fue derrotada. Esta vez por 26 contra 17, con 10 abstenciones.
Más allá del cambio de postura de la Argentina –sostenida por el presidente Eduardo Duhalde a pesar del desacuerdo del canciller Carlos Ruckauf–, Norma Nascimbene, una de las delegadas en la Comisión, manifestó su “profunda preocupación por las recientes detenciones y juicios sumarios producidos en Cuba que han resultado en severas condenas a largas penas de prisión de intelectuales, periodistas y otras personas comprometidas con la lucha por los derechos civiles y políticos e, incluso, en penas de muerte, poniendo fin a la moratoria que regía en ese país sobre la aplicación de la pena capital”. La representante argentina también se refirió al bloqueo y, aunque había votado en contra de su levantamiento, dijo que era “convicción” del Gobierno que “la continuidad del embargo económico que pesa desde hace años sobre Cuba no contribuye a la promoción y protección de los derechos humanos en ese país”.
Las repercusiones de la votación de Ginebra fueron inmediatas. La primera reacción oficial del gobierno cubano fue una “nota informativa” leída en el noticiero central de la televisión cubana. Allí calificó la sanción como “una nueva victoria moral de la Revolución” y señaló que “quedó en evidencia la hipocresía y doble moral de la Unión Europea y gobiernos como México y Chile, incapaces de contradecir al imperio”. Para Uruguay, Perú y Nicaragua guardó el calificativo de “serviles vasallos de la gran potencia”, versión 2003 del “lamebotas”.
Castro se mantuvo en contacto personal y permanente con la delegación de la isla y siguió los debates de la sesión desde la sede de la Cancillería, acompañado por su ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque. Como en años anteriores, las autoridades cubanas rechazaron por anticipado la exhortación de la Comisión para que reciban a la enviada del Alto Comisionado, la jurista francesa Christine Chanet. A pesar de intentar revertir la sanción en victoria y calificar la resolución como un “aguado y cínico documento”, Pérez Roque no dejó de mencionar que “cumple el objetivo norteamericano de garantizar que el tema se mantenga en la agenda” el año próximo y ayude a “justificar el mantenimiento del bloqueo”.
Juan Antonio Fernández Palacios, jefe de la delegación cubana en Ginebra, se preguntó, además “¿por qué los que intentan condenar a Cuba no han dicho una sola palabra sobre los presos que Estados Unidos mantiene en la Base Naval de Guantánamo, territorio cubano usurpado en contra de nuestra voluntad?”.
“La Comisión ha enviado la señal correcta a los valientes cubanos que luchan diariamente para ejercer sus libertades civiles y políticas básicas”, indicó la portavoz Claire Buchan desde Crawford (Texas), donde el presidente George W. Bush pasa en su rancho el fin de semana largo de Pascua. Así, Estados Unidos –que pidió que Cuba fuera excluida el año que viene de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU– presentó el hecho desde el costado que más lo favorecía. Es decir, haciendo hincapié en que se aprobó la sanción y no en que se tuvo que conformar –tal vez por influencia de la guerra de Irak– con un texto en el que la condena no era explícita. Esta fue la decimocuarta vez consecutiva en que el régimen castrista fue sometido al escrutinio de la ONU y la decimotercera ocasión en que fue criticado u observado en su política sobre derechos humanos.

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