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Otras voces

- Atilio Borón (politólogo y director de Clacso): “El gobierno argentino debe afrontar la relación bilateral con los Estados Unidos desarrollando una concepción seria de las relaciones exteriores, cuyo primer paso debe ser el abandono de la infausta teoría de las relaciones carnales, cuyos resultados negativos fueron evidentes. A partir de ahí, debe definir una agenda de las relaciones con los Estados Unidos, sin pensar que la humillación y la genuflexión sean una buena estrategia. Los gobiernos de Menem y De la Rúa ya lo han demostrado. Argentina debe defender intereses nacionales muy concretos y disponer de su autonomía en relaciones exteriores, abandonando cualquier posición de seguidismo que se utilizó en el pasado. Por otra parte, Estados Unidos, más allá de expresar su insatisfacción con la abstención del gobierno en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, no es mucho lo que puede hacer en detrimento de la Argentina. Por lo ocurrido en los últimos años, Estados Unidos no nos ha ayudado en nada. Competía fraudulentamente contra nuestras exportaciones en Brasil y colocaba barreras arancelarias a productos argentinos exportables, desde la miel a los tubos sin costura. Sostuvo la línea negociadora del FMI en relación con la Argentina, nunca promovió un torrente de inversiones y jamás impulsó un canal para el desarrollo económico argentino. Como nada hizo Estados Unidos en estos últimos años por nuestro país, nada debe esperar a cambio ahora”.
- Ernesto López (sociólogo, profesor de la Universidad de Quilmes): “Hay que empezar por el comienzo. Argentina debe privilegiar la relación con Brasil. Así como Brasil dice que el eje de su política internacional es Argentina, para Argentina el eje de su política internacional debe ser Brasil. Desde esta posición estratégica, hay que buscar la mejor relación posible con los Estados Unidos. Por la situación de cesación de pagos, nuestro país presenta una vulnerabilidad internacional que le impide tener una posición muy beligerante en temas internacionales. Pero insisto que la opción estratégica debe ser Brasil”.
- Carlos Altamirano (sociólogo): “Lo que sería para mí deseable es que la política exterior argentina en general y con los Estados Unidos en particular recogiera lo mejor de la tradición argentina en política internacional, ligada a la defensa de reglas, el derecho de los pueblos a la autodeterminación, combinando esto con el obligado realismo que debe tomar en cuenta una situación mundial inédita como es la constitución de una superpotencia con las características de los Estados Unidos. Acción multilateral, todo a través de las Naciones Unidas y en el contexto regional de la alianza con Brasil para constituir un polo de presión”.
- Franco Castiglioni (politólogo): “La relación con Estados Unidos debe ser buena pero independiente. El gobierno argentino debe tener como objetivo reconducirse a una política exterior común con Brasil. Nuestra relación con Estados Unidos no puede prescindir de una definición de identidades e intereses comunes con el principal socio que es Brasil. No debemos ser neutrales, como históricamente lo fue Argentina. Debemos tener independencia para criticar, por ejemplo, la invasión a Irak, o sentar nuestra posición a favor de la paz. Es interesante hacer lo que hizo Brasil en Naciones Unidas, que abrió el camino a un debate sobre la condena a los bombardeos sobre civiles en la guerra. Este tipo de posición significa que el país puede tener su propia identidad y, al mismo tiempo, defender sus propios intereses. Argentina es un país vulnerable y débil, por eso es necesario tener una relación madura y seria con Brasil y con los países del Mercosur para conformar un frente más fuerte y tomar posiciones conjuntas en política exterior. La cuestión no es hacer una violenta confrontación con Estados Unidos ni demonizarlo, pero sí tener una posición activa siendo conscientes de nuestra propia debilidad”.
- Alfredo Leuco (periodista): “La Argentina debe consolidar un acuerdo estratégico con Brasil y desde allí lograr los espacios de mayor independencia y soberanía nacional respecto de la superpotencia de Estados Unidos, país que después de la invasión a Irak se ha transformado en unimperio que amenaza la paz mundial. No hablo de actitudes infantiles pero sí de la defensa firme de su autonomía como nación, tanto a la hora de decidir en el plano internacional –como bien se ha hecho actualmente en el caso de la guerra contra Irak y con el tema de Cuba–, como a la hora de negociar con los organismos internacionales de crédito”.

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