EL PAíS

Una cosa que empieza con P

 Por Mario Wainfeld

La reunión del Concejo Nacional del Partido Justicialista (PJ) rompió varios records: asistencia, número de oradores, cantidad de periodistas entremezclados con los compañeros. El PJ debe reelegir autoridades de modo perentorio. El mandato de las actuales fenece el 8 de mayo y fueron nombradas de modo extraordinario (un cacho irregular) por solo dos años. Renovarlas es imperioso, se corre contrarreloj y con la espada de Damocles de una intervención judicial si no se pone todo en regla.

Se pactó un cronograma ceñido y exigente. El plazo para las nuevas afiliaciones vence el 3 de febrero, el de presentación de listas el 8 de abril, las elecciones serán (o serían) el 8 de mayo. La única fecha que puede postergarse es la de las afiliaciones lo que de suceder no prorrogaría las demás.

Hablaron más de 20 oradores, uno de ellos no es concejero pero sí invitado especial: el presidente del bloque de Diputados del Frente para la Victoria (FpV), Héctor Recalde. El presidente del partido le pidió que hiciera un cuadro de situación de la ruptura concretada esa misma mañana (ver nota principal).

Ese dato, las necesidades de los numerosos gobernadores y ex que formaron parte del cónclave dieron contexto al encuentro.

La Carta Orgánica del PJ establece que las autoridades se eligen por voto directo y secreto de los afiliados, que superan los tres millones y medio de afiliados. Se supone trepará bastante.

La elección masiva jamás se cumplió desde el regreso de la democracia. Siempre se suplió por “listas de unidad”. La intención dominante de los que llenaron el local de la calle Matheu es conseguir lo mismo esta vez. Una lista en la que estén presentes los líderes territoriales, las agrupaciones kirchneristas como La Cámpora o el Movimiento Evita y algunas figuras relevantes. El candidato aparente del consenso en magma es el ex gobernador sanjuanino José Luis Gioja.

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En tenidas así importan tanto los que estuvieron como los que faltaron. A la cabeza de los ausentes, el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey. Urtubey faltó con aviso por el reciente fallecimiento de su padre. El respetable duelo se prolongó justo hasta la llegada del presidente Mauricio Macri al NOA. Urtubey se reunió con él y otros dirigentes en dos ocasiones.

El gobernador pampeano Carlos Verna, el chubutense Mario Das Neves, la gobernadora fueguina Rosana Bertone y el ex mandatario mendocino Francisco “Paco” Pérez tampoco participaron por las mismas razones políticas que Urtubey.

Pertenecen a un sector disidente que todavía revista dentro del PJ.

La estrategia de Urtubey, chimentan en su torno, es diferenciarse del kirchnerismo haciendo un acercamiento suave a otros parajes políticos. Imagina un universo electoral partido en un 30 por ciento que expresa a lo obtenido por el FpV en la primera vuelta electoral por un lado. Y un 70 restante que comprende a peronistas y al resto del espectro político. Urtubey maquina pescar en el estanque más grande, dejando de lado al otro.

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Armar una votación nacional con posibles millones de participantes es una misión ardua. Si hay conflictos, su camino puede estar minado por denuncias: la judicialización acecha en cada etapa.

Para los acuerdistas, una lista “generosa” de unidad previene el albur. Algunos de ellos extenderían la magnanimidad a alguno de los ausentes o a todos. No pinta que sea fácil la aceptación desde ninguna desde las dos trincheras.

Se ignora qué harán los ausentes-rebeldes aunque es diáfano lo que concretaron en Diputados. Disputar la interna es tentador, peligroso por el resultado. En el ala de los gobernadores calculan que se abstendrán, tal vez tratando de empiojar el corto camino con objeciones y recursos judiciales.

Otros intuyen que irán a elecciones en procura de una diferenciación clara. Una minoría decorosa podría ser un buen resultado en ese escenario.

Memoriosos y costumbristas recuerdan al compañero Juan Ricardo Mussa, un candidato serial que participa en elecciones con tenacidad y cero éxitos. Un free lance así podría obligar a la mayoría al esfuerzo de las elecciones sin la contrapartida de una victoria contra un rival importante.

Si se presenta lista única en abril podría proclamársela ganadora y dejar sin efecto las elecciones. No sería la primera vez, requeriría la venia judicial. La jueza federal María Romilda Servini de Cubría controla el proceso. Como todos los “federales” es procíclica en materia política; se presume que será severa con el PJ 2016 y tendrá la intervención como baraja fuerte.

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Los discursos revelaron posiciones encontradas dentro de los aliados. Los gobernadores pusieron muy arriba de los posibles de documentos sus demandas sobre coparticipación o sobre el 15 por ciento que la Nación adeuda a las provincias, según fallo de la Corte. El ex diputado y ministro Agustín Rossi armó un pliego más amplio: repudios a los despidos, a la detención de Milagro Sala, a la represión a la protesta social. Pidió un reconocimiento a la fórmula presidencial Daniel Scioli-Carlos Zannini, que habían quedado traspapelados. Enalteció a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Expresó un deseo seguramente imposible: que Cristina presida el PJ. La referida no lo quiere, El Chivo Rossi lo sabe. Su gesto fue político.

Tuvo adhesiones ulteriores. Hubo también intercambios acerca del tratamiento futuro para los diputados tránsfugas. Transitaron la franja entre decretarlos traidores y llamar a no anatemizar compañeros. No pensando en ellos sino en suturar la herida y precaver nuevos alejamientos.

Con holgura, el orador más transigente con el macrismo fue el senador Miguel Pichetto. Predicó que los dirigentes no deben avanzar más rápido que la sociedad. No expresó al conjunto pero sí a uno de sus bordes,

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Si prima el sentido común de la “liga de gobernadores” más magra desde 1983 se concretará la unidad. Hasta habrá alguno que llame a cordobés Juan Schiaretti, quién sabe. La cuenta regresiva empezó. Lo clásico es la lista de unidad. Las circunstancias históricas son únicas. Excepcionales son casi siempre.

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