EL PAíS

El útil mito del eterno renuncio

Lleva años al frente de Chacarita y a cada crisis amenaza irse. Su teoría del barrabrava y los “muertos” de All Boys.

 Por Pablo Vignone

“Me voy de Chacarita. Estoy decidido, ya tuve todas las satisfacciones que podía conseguir, porque cuando me hice cargo del club no pensé que iba a acumular tantos logros. Cumplí un ciclo y quiero dejar el manejo de la institución en otras manos.” Luis Barrionuevo no acaba de declarar su prescindencia. La frase no es nueva: data de comienzos de 2001. La ha repetido como una letanía desde que ocupa el cargo, después de dos reelecciones, un mandato que acaba recién en 2005.
El de Barrionuevo es el mito de la eterna despedida. Su carrera de dirigente deportivo ha sido surcada por una constante, el renunciamiento que, al fin, nunca se produce. “Luis maneja el club en forma absolutamente vertical, decide en todo. Es la Comisión Directiva en persona” lo definió alguna vez su mano derecha.
En diciembre de 1998, el vicepresidente Armando Capriotti entró al salón de la CD de Chacarita y anunció: “Soy el portador de la renuncia indeclinable de Luis Barrionuevo. Y con él se irá toda la Comisión Directiva. No hay forma de volver atrás”. Obviamente, la hubo. Los hinchas que inundaban la sala comenzaron a corear “Luisito no se va” y “Que de la mano... de Barrionuevo... todos la vuelta vamos a dar...”. ¿El resultado?
Cuando Chacarita regresó a Primera en agosto de 1999, tras trece años de jugar en los torneos del Ascenso, faltaba un mes para las elecciones en el club. “Yo quiero que se presenten nuevos candidatos”, aseguró con el mismo candor con el que recomendó dejar de robar durante dos años. ¿El resultado?
En noviembre de 2000, Barrionuevo había anunciado su despedida por enésima vez. “Pedí licencia y me la negaron, así que renuncié, di un paso al costado y llamé a elecciones.” Los comicios se realizaron en marzo de 2001. ¿El resultado?
Unos 600 hinchas protagonizaron en octubre de 2002 una asamblea extraordinaria para pedir lo acostumbrado. “No estamos dispuestos a aceptar la renuncia indeclinable presentada por Luis Barrionuevo –argumentó uno de los integrantes de la Comisión Directiva–. La gente quiere que se quede, y los dirigentes pensamos igual.” ¿El resultado?
El resultado es el de siempre. Barrionuevo ha cumplido casi una década al frente del club al que alguna vez ha definido como “una adicción”.
“Por Chaca tuve muchos despelotes. Mi mujer y mis hijos me decían ‘te vas a comprar otro quilombo. De nuevo te perdemos los sábados, los domingos...’ Pero ya está. Yo compré el quilombo”, relató en mayo de 2000. Cuando Barrionuevo aceptó el ofrecimiento de Armando Capriotti para ser candidato a presidente del club de San Martín, la barrabrava recaudaba fondos explotando a seis prostitutas que atendían debajo de las tribunas del estadio de Villa Bosch.
“Al asumir, Chacarita estaba al borde de la desaparición, sancionado por la AFA, quebrado, hipotecado y con una historia violenta sobre su espalda” dijo hace unos años, recordando su asunción en 1994, el momento más brillante del menemismo, de cuyo conductor Barrionuevo se había declarado “recontra-alcahuete”. Pero esa historia violenta, por lo visto recientemente, no dejó de teñir los días del club de San Martín.
Los frustrados comicios de Catamarca revelaron como ningún otro episodio su relación con la barra brava de Chacarita, un vínculo conocido y sabido, pero nunca tan desvergonzadamente demostrado. Era el mismo dirigente que había confesado cuatro años antes que era “el conductor de la barra brava” para agregar: “Ahora los hinchas de Chacarita andan con la Biblia bajo el brazo”.
La verdad es que Barrionuevo jamás ocultó esa relación. “Invito a la barra al Mundial, ¿y qué? –afirmó en enero de 1998, antes de la Copa del Mundo de Francia–. Es mejor blanquearlo que ser un hipócrita”, insistió con curiosa lógica. “Me hago responsable, las entradas las pago yo.”
Esa conducción dialéctica fue puesta normalmente en palabras. “Hay que darles entradas a los barrabrava porque el dirigente debe manejar premiosy castigos en su relación con la barra –aceptaba en febrero de 1998–. Aquellos que conducen a una hinchada y que son los responsables de fortalecer al equipo y dar un espectáculo tienen que tener un premio. Pero si hacen una trastada se les corta el chorro.” Diez barrabrava de Chacarita, de comportamiento plus ultra, viajaron a Francia ‘98 con los gastos pagos...
Si los premios no son lo suficientemente estimulantes, siempre queda el recurso de la verba, que el gastronómico maneja con singular desparpajo. “Cuando vi los destrozos que hicieron, la gente con la cabeza rota, dije que los de All Boys no existían, que eran unos muertos. El fin era motivar a los de Chacarita para que se quedaran tranquilos (...) Creo que lo que hice fue prevención”, revelaba en noviembre de 1998, tras un incidente en el estadio de San Martín. Lo que en realidad había dicho, megáfono mediante, fue la frase: “No entremos en la provocación, vinieron a provocarnos los muertos de All Boys, pero no son nadie”.
Con Barrionuevo como presidente, Chacarita logró dos ascensos: de la B al Nacional B en 1995, y a Primera en 1999. “Chaca es una pasión, una adicción, un desafío permanente. Varias veces me preguntaron para qué me metí con Chacarita. Y lo mismo ocurrió cuando me metí con Menem. Yo les dije que iba a ser presidente de la Nación cuando nadie daba cinco guitas por él, y lo logramos.” Menem fue designado socio vitalicio de Chacarita por decisión del catamarqueño.
“Barrionuevo es vital para el club” señaló el año pasado José Omar Pastoriza, hoy entrenador de Talleres, que dirigió a Chacarita en el 2002. Pastoriza, como Barrionuevo, tiene experiencia sindical: fue secretario general de gremio de los futbolistas a comienzos de los años ‘70. “Es la persona que refundó Chacarita, lo sacó de la crisis institucional y lo puso en Primera.”
Otro de los punteros deportivos de Barrionuevo es el ex arquero de Boca Carlos Navarro Montoya, hoy titular en Chacarita. Una semana atrás, cuando el dirigente denunció que la detención de Capriotti era “persecución política”, el guardameta señaló: “Si el presidente habla de una persecución, tendrá sus razones, ya que es un hombre muy ducho en estos temas, que tiene una gran carrera política”. Navarro Montoya fue uno de los dos futbolistas que posó junto a Carlos Menem en la tapa de El Gráfico del 15 de mayo de 1995, al día siguiente de la reelección del riojano.
Cuando Daniel Córdoba fue ungido entrenador del club de San Martín, calificó a Barrionuevo de “Gardel de Chacarita”. Córdoba fue el mismo que quiso pelearse a trompadas con el cuarto árbitro del partido GimnasiaChacarita, tres años atrás, y que fuera sancionado con once fechas de suspensión.
Si se produce la defenestración del dirigente gastronómico devenido presidente de Chacarita, el acontecimiento será celebrado seguramente por Julio Grondona en su ferretería de Sarandí. Barrionuevo jamás embistió frontalmente contra el máximo pope del fútbol argentino. “Es un gran dirigente –llegó a decir–, lo único que le criticaría es que sea radical.” Prefirió pegarle por izquierda, con Capriotti sentado en el Comité Ejecutivo de la AFA, siendo el único que no votó la (también) eterna reelección de Grondona en la calle Viamonte. Pero alguna vez tuvo una atención para con el fundador de Arsenal de Sarandí. “No tengo ningún problema personal con Grondona, pero si no se dejan de joder, el fútbol va a desaparecer” sentenció en agosto de 2000. “Cuando vos te rebelás, se te viene todo en contra: referato, Comité de Seguridad, Tribunal de Disciplina, amonestaciones” acusó entonces veladamente.
Ahora, envuelto en una polémica que huele a gol en contra, calificó al juez Mariano Bergés de “juez mediático”. No fue una originalidad. Cinco años antes, había tachado de “oficinista y mediático” al juez civil Víctor Perrota, el mismo que paró largamente el fútbol entre 1998 y 1999. “Yo no creo en las leyes. Creo en las actitudes políticas” sentenció no hace mucho como síntesis de pensamiento. Por eso conduce a Chacarita desde hace casi diez años siendo, como es, hincha rabioso de Independiente...

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