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Aquel caso de Su y Vigil

Las similitudes son ineludibles. La importación de autos por parte de diplomáticos para venderlos por izquierda y los famosos involucrados en compras non sanctas. La causa que ahora se investiga no deja de resonar como un retorno de la causa de los “autos truchos” de los noventa. En ese caso también hubo diplomáticos involucrados, aunque perseveró otro mecanismo: el uso y abuso de una ley que eximía de impuestos los autos para discapacitados. Un dato un poco perturbador para los actuales dueños de las Hummer: los famosos que se vieron enredados en los noventa vieron cómo sus autos se les escapaban de las manos en un remate público.

En aquella causa también hubo diplomáticos de Paraguay, Venezuela, Panamá, y España involucrados. El caso más llamativo fue el del entonces embajador de Bolivia, Agustín Saavedra Weisse, acusado de ingresar 152 autos de lujo para venderlos antes del tiempo que establecía la ley.

Pero el protagónico de la operación lo tuvo el contertulio menemista José “Cacho” Steinberg, intermediario de la compra de autos. Steinberg era socio de los hijos de Menem, Carlitos y Zulemita, en la preparación de autos de carrera y en la importación de motos. Cuando fueron a allanar la concesionaria, Carlos Jr. detuvo el operativo con una frase que quedó para la posteridad: “¡Atrás! ¡Esto es área presidencial!”.

En aquel caso, los ricos y famosos tuvieron que pagar costos mediáticos y monetarios. En agosto de 1991, Susana Giménez compró por 90 mil dólares una cupé Mercedes-Benz dorada 500 SE que había ingresado Steinberg a nombre del discapacitado Cayetano Ruggiero. La cupé la encontraron bajo fardos de alfalfa en una estancia en Pilar. Se había ocupado de ocultarla su novio de turno, Huberto Roviralta. “No cometí ningún delito”, insistió la diva pero no hubo caso: debió pagar 10 mil dólares de fianza para no ir presa. Siempre dijo que había sido estafada por Steinberg y logró su sobreseimiento por prescripción de la causa en 1996.

El actor Ricardo Darín también le había comprado a Steinberg una Nissan Pathfinder. La 4x4 entró a nombre de Mercedes Rosso. El actor pagó 40 mil dólares por la camioneta, pero le costó bastante más: terminó preso tres días y debió pagar otros 10 mil dólares para recuperar la libertad en marzo de 1991. En la volada, cayeron también los editores amigos de Menem, Julio Ramos y Constancio Vigil. En el caso de Vigil, había ingresado su Mercedes-Benz valuado en 23 mil dólares a nombre de Juan Albarracín, una persona que había perdido una pierna en un accidente ferroviario y que trabajaba como ascensorista en su editorial desde hacía 15 años.

Todos los autos fueron rematados. La AFIP obtuvo por esa venta cerca de 200 mil dólares, que debían destinarse a “las catástrofes meteorológicas que afecten a las provincias”, según dispuso un decreto de Menem.

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