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En tiempos de lenguaje digital

El desarrollo tecnológico, la digitalización, el lenguaje digital. Todo produce cambios en la vida cotidiana, pero también en la tarea profesional de los periodistas. Cambia la manera de hacer periodismo y cambia el lenguaje del periodismo. Nuevas estrategias, diferentes posibilidades, otras exigencias, presiones y demandas, más allá del debate del proyecto de Ley de Radiodifusión, que será desarrollado cotidianamente, como hasta ahora, en las páginas políticas del diario.

 Por Silvana Comba y Edgardo Toledo *

Para quienes trabajamos cotidianamente en la gestión de información, los cambios de las últimas décadas han sido constantes y, no pocas veces, abruptos. A partir de la década del ’90, las computadoras extendieron su campo de acción al sector de la gráfica avanzada, el audio y las imágenes en movimiento, ampliando los escenarios laborales al mundo del multimedio y la simulación en tiempo real. La tendencia a la masificación de la web y todos sus servicios (Internet, e-mail, chat y las innumerables aplicaciones de la web 2.0) también está abriendo las puertas a nuevos espacios.

En el periodismo esta situación se hace más que evidente, a tal punto que se ha acuñado el término “periodista digital”. Pero, en realidad, ¿existe un periodista que tenga ese status? ¿Se lo puede diferenciar conceptualmente del periodista tal como lo hemos conocido hasta ahora? ¿Existe algún periodista que esté por fuera del ritmo y el ambiente que imprime hoy la comunicación digital?

Para el investigador francés Pierre Levy, las tecnologías del conocimiento (sistemas de comunicación, de escritura, de registro y reproducción de información) modelan el medio ambiente cognitivo que habitamos. El concepto de ecología o economía cognitiva hace referencia al ambiente cognitivo modelado por las formas sociales, las instituciones y las técnicas de una época. Los tipos de representaciones que prevalecen en tal o cual ecología cognitiva favorecen modos de narrar, de comunicar y de conocer particulares. Para el periodista escribir hoy significa sentarse frente a su computadora/notebook –o demás herramientas disponibles– y usar un procesador de textos. Por otro lado, buscar información sigue siendo estar ahí, preguntar a los protagonistas, explorar el territorio, pero no sólo eso. Ahora además es necesario recurrir a las múltiples opciones de acceso a la información que ofrece Internet. Y ni hablar de lo que ocurre en el ámbito del fotoperiodismo. La fotografía digital vino a potenciar esa otra forma ancestral de contar, a través de imágenes. La pantalla se convirtió, de esta manera, en un dispositivo que también está introduciendo cambios importantísimos en las prácticas de escritura, lectura y conocimiento. La digitalización y las nuevas formas de visualización del texto sobre la pantalla aportan otros modos de leer y de comprender. La pantalla pasa a ser una “máquina para leer/hacer” con características singulares.

Entonces, hablar de “periodista digital” es una idea empobrecedora, demasiado obnubilada por el artefacto, por los sistemas de registro y transmisión. No permite apreciar la dimensión de los cambios que todos los periodistas están viviendo en sus rutinas productivas. Hace ya un tiempo, el escritor-periodista Tomás Eloy Martínez, en una conferencia pronunciada ante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, decía: “Cada vez que las sociedades han cambiado de piel, o cada vez que el lenguaje de las sociedades se modifica de manera radical, los primeros síntomas de esas mudanzas aparecen en el periodismo”. Hoy estamos asistiendo a uno de esos cambios de piel: el lenguaje digital –no el periodista digital–, con sus enormes potencialidades y su maleabilidad, plantea nuevos desafíos al periodismo. Preguntar, indagar, conocer, dudar, investigar, confirmar, emocionar, todo lo que constituye la esencia de la práctica periodística se amplía.

En definitiva, ninguna tecnología determina tal o cual modo de conocimiento o de organización social, sino que los condicionan o hacen posibles, los plasman. Abren un abanico de nuevas posibilidades de las que los actores sociales sólo seleccionamos algunas.

Así como en los principios de esta corta historia se hablaba de diarios electrónicos, con un marcado énfasis en el soporte, luego se comenzó a agregar la palabra digital para incorporar el análisis de cómo los nuevos lenguajes iban transformando las prácticas y las rutinas periodísticas. Por eso hoy ser periodista requiere formación, experimentar con nuevos lenguajes y géneros para contar historias con la precisión de los alquimistas: el dato justo, la paciencia del investigador, la sutileza del novelista y la responsabilidad del hacedor de realidades. Por eso, como afirma García Márquez, “el periodismo merece no sólo una nueva gramática, sino también una nueva pedagogía”.

* Docentes investigadores de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario.

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