LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN

La formación del comunicador

Ante los desafíos de la era digital, Elio Salcedo advierte sobre la formación de los comunicadores y la necesidad de atender más concretamente a la figura del emisor.

 Por Elio Noé Salcedo *

A propósito de las palabras de la coordinadora del Programa Polos Audiovisuales Tecnológicos, Eva Piwowarski (La Ventana 30/08/11), sobre el fomento a la capacitación, actualización de perfiles técnicos y artísticos, investigación y desarrollo de nuevos formatos, quisiera hacer algunas reflexiones sobre la formación de los comunicadores televisivos en particular.

Sin duda, la calidad no está reñida con la democratización de los medios de comunicación que promueve la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. De hecho, los artículos 154 y 155 plantean la institucionalización de la formación de los locutores a través del Instituto Superior de Enseñanza de Radiodifusión, federalizado en 1989. Y aunque la ley no plantea nada en relación con la formación de comunicadores en las carreras de Comunicación, es bueno reflexionar sobre aspectos que hacen a la formación de quienes alcanza las generales de la ley, es decir, de todos los que hacen o harán uso del derecho a la comunicación, en este caso a través de la televisión (académicos, actores sociales, miembros de la comunidad).

En efecto, la comprensión de la función primordial del emisor en la comunicación televisiva resulta fundamental para comenzar a encarar “la capacitación y la actualización de los perfiles técnicos y artísticos” de quienes participan en la comunicación televisiva y en particular de presentadores, conductores y animadores de televisión.

Los estudios de comunicación han puesto énfasis en diversos objetos, dejando de lado al emisor del mensaje televisivo, sujeto de la comunicación junto con el receptor. Han desterrado así de los estudios y de la formación académica la consideración de las competencias comunicativas del emisor como “constructor de la realidad social”, construcción de sentido que se realiza justamente “mediante la acción de las prácticas productivas y de las rutinas organizativas” de la profesión, como señalara G. Grossi.

La subestimación de ese aspecto esencial de la comunicación y de las competencias comunicativas del comunicador importa desconocimiento de la importancia del comunicador en la comunicación televisiva tanto como incomprensión de la función de la palabra (y de la voz del comunicador), de los recursos paraverbales e incluso de la imagen y de los códigos no verbales del emisor en la comunicación por TV. Ni sociología ni semiótica, comunicación propiamente dicha o pragmática de la comunicación. ¿No resultan acaso las competencias comunicativas factores decisivos del proceso de comunicación?

En TV, el comunicador/a –locutor de cámara o en off, presentador, conductor, animador, periodista– es un factor primario y primordial de la comunicación. Además de privilegiado emisor, es a la vez uno de sus principales canales de comunicación, cuando no parte esencial del mensaje en el sentido del que hablaba Francisco Gutiérrez: “Lo comunicado está también en la comunicación”. El comunicador/a es a la vez el mensaje.

El comunicador/a televisivo no sólo comunica con la voz, sino con toda su persona, con su estilo y personalidad. Es el canal más simple, efectivo, eficiente y eficaz para comunicar un mensaje. Como conductor, columnista, presentador de noticias o reportero, es en algunos casos el formato: forma de expresión y del contenido del mensaje a la vez.

No existe ninguna duda de que la comunicación de un mensaje mejora con la calidad o excelencia de la emisión, y ésta con la calidad o excelencia del emisor. La calidad de lo comunicado/enunciado va de la mano de la calidad de la comunicación/enunciación.

Una buena emisión mejora la posibilidad de recepción, y sin buena recepción no hay comunicación (el mensaje no es lo comunicado, sino lo entendido por el receptor). Una buena comunicación implica respeto irrestricto al receptor y destinatario del mensaje. Una buena comunicación empieza por un buen comunicador. Un buen comunicador es, ya, un buen mensaje.

Tal vez sea necesario dejar atrás esa suerte de “cientificismo” que pone énfasis en la comunicación in abstracto, para encarar en esta nueva etapa estudios más serios y concretos sobre el emisor y el acto de comunicación en sí, y a partir de ese punto de inicio ensayar nuevos formatos televisivos, como lo venimos haciendo en el Ciicap de San Juan, instituto adscripto al ISER.

* Docente investigador de la UNSJ. Profesor de Práctica Integral de Televisión en el Ciicap (San Juan), adscripto al ISER.

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