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Crítica y autocrítica

Ernesto Martinchuk reflexiona autocríticamente sobre la labor de los periodistas, subrayando muchos de los errores que se cometen a diario en el ejercicio de la profesión.

 Por Ernesto Martinchuk *

Una de las condiciones para ser un eficaz periodista profesional es el sentido crítico. Un periodista es un crítico por naturaleza, y tiene que estar dotado por la naturaleza de un atributo que es la curiosidad. Todo lo demás es perfectamente suplantable con un buen aprendizaje. Conocer la técnica y aprender el oficio es una cosa, pero si el periodista no reúne básicamente una condición natural de curiosidad es muy difícil que pueda llegar a ser eficaz en su oficio.

El periodista primero debe buscar, observar lo encontrado y, luego, investigar lo observado, analizarlo y tomar nota. Luego debe redactar sobre todo lo acumulado, desarrollando su poder de síntesis.

Este sentido natural de la curiosidad por la noticia es el incentivo que lo invita a juzgar el tema. Si el tema es asignado por un jefe, existen otras connotaciones colaterales que deberá juzgar para obtener el mayor caudal informativo posible. También aquí debe desarrollar su poder de síntesis para ubicar su trabajo en el espacio reservado para esa nota, sea gráfica, radial, televisiva o digital, donde debe dar la información en la menor cantidad de palabras y la mayor cantidad de datos posibles. Este es el instrumento más difícil de este oficio. Un instrumento cuyo manejo se adquiere lentamente a través de la práctica constante. No basta sólo con escribir. Es necesario leer y releer lo escrito pensando en que quien recibe el mensaje debe entenderlo. Muchas veces la soberbia nos impide releer lo escrito.

Cuando un periodista aprende a ejercer la crítica, podrá juzgar algo de la noticia y estará capacitado para emitir una opinión. Todos los periodistas comienzan haciendo crónicas de hechos sencillos, cotidianos, para luego, a medida que transcurre el tiempo y va dominando la profesión, además de mayores responsabilidades, se le permite abrir juicios de valor. La experiencia y los años en la profesión autorizan a un periodista a emitir juicios.

Pero si desarrolla el sentido de la crítica, también debe aprender a desarrollar la autocrítica, no sólo de su trabajo, sino también de su oficio.

Hoy la información llega con una velocidad increíble a y desde cualquier punto del planeta. Casi todas las crisis recientes tienen alguna relación con las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Los mercados financieros no serían tan poderosos si las órdenes de compra y venta no circularan por las autopistas de la comunicación que Internet ha puesto a su disposición. Basta recordar el rol de Facebook y Twitter en las recientes revoluciones democráticas en el mundo árabe o las convocatorias en las principales ciudades de Europa y los Estados Unidos de los “indignados”.

Esta velocidad genera, por una parte, gran caudal de información, pero por otra el riesgo de que la opinión pública no disponga de tiempo para analizarla, por falta de contextualización. Existe un exceso de información que no es importante y falta interpretación de las pocas cosas que realmente son importantes. Existe una invisibilidad, en muchos casos intencionada, del emisor.

Ha llegado el momento de que los periodistas hagamos crítica y autocrítica de lo que hemos venido haciendo hasta ahora y separar lo que es la “empresa periodística” o “periodista empresario” y lo que representa el verdadero ejercicio del periodismo. Hoy no nos asombran los “periodistas” que incursionan en el mundo de la publicidad. Suelen “vendernos” desde un seguro hasta una crema antiarrugas, con lo cual desacredita su profesión aunque abulte sus bolsillos.

El único capital de un periodista es su nombre y su credibilidad.

Notamos a diario informaciones que no están bien redactadas y, fundamentalmente en televisión, individuos que al transmitir una información reflejan su total carencia de los mínimos conocimientos culturales que debe tener un periodista. Del mismo modo, los responsables de cada área deben exigir a sus periodistas que las informaciones sean revisadas, chequeadas y corregidas antes de emitirse. Es una obligación hacerlo, ya que en alguna medida están formando la cultura general del pueblo. Es necesario rehabilitar el presente con palabras y actos que permitan imaginar horizontes nuevos dado que faltan propuestas y sobran escándalos en el estéril panorama intelectual de muchos medios.

* Periodista. Docente de la Escuela de Periodismo del Círculo de la Prensa.

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