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Ideas para educar en el siglo XXI

Martín Pablo Sosa presenta el Plan Nacional de Inclusión Digital Educativa, una política pública destinada a “transformar la enseñanza” mediante la “intensificación de los usos pedagógicos de las TIC”.

 Por Martín Pablo Sosa *

Las sociedades, como siempre, están cambiando, y a nosotros nos toca la particularidad de vivir una etapa muy significativa: la de la transición de sociedades analógicas a sociedades digitales. Para promover, y a su vez, adaptarnos a este cambio es necesario repensar el rol y las funciones de nuestras instituciones, la gran mayoría moldeadas a medida por y para la sociedad analógica.

La educación es, quizá, el área donde sea más urgente reflexionar y generar estos cambios, ya que la escuela es una de las instituciones más importantes en la construcción de ciudadanía mediante la transmisión de conocimientos, saberes y valores.

Los sistemas educativos son organizaciones fuertemente inerciales, a los que les cuesta transformarse. De hecho, si nos metemos en las aulas, las formas de enseñar casi que no sufrieron modificaciones tras la llegada de la televisión, la videocasetera y los gabinetes informáticos a las escuelas. Sin embargo, afuera del aula, afuera de la escuela, los cambios políticos, sociales y sobre todo culturales de las tres últimas décadas son de un nivel mayúsculo.

Las nuevas formas de acceso, búsqueda, intercambio y producción de información y conocimiento están generando una enorme revolución de la que quizás aún no conozcamos sus límites. A modo de ejemplo, vale decir que toda la información generada por la humanidad desde hace 800 mil años hasta el 2003 era equivalente a 5 exabytes (5000 millones de GB). En cambio, en 2011, se produjeron 5 exabytes cada dos días y se calcula que a partir de 2013 se produce uno cada 10 minutos. Otro dato interesante a tener en cuenta es que de todo ese volumen de información que generamos, sólo el 0,007 por ciento está en soporte papel. Esta es la dimensión del cambio del cual la escuela no puede ser ajena (datos tomados de Hilbert, Martín y López, Priscila “La capacidad tecnológica mundial para almacenar, comunicar y calcular información”, revista Science Nº332, 01/04/2011 y de palabras del CEO de Google Eric Schmitdt, disponibles en https://youtu.be/u_vuGJIFSqo?t=1m15s).

Afortunadamente en nuestro país, desde hace ya algunos años, se iniciaron políticas que comenzaron a dar cuenta de este nuevo escenario. Es el caso del programa Conectar Igualdad, que distribuyó más de 4.700.000 net- books para alumnos y docentes de escuelas secundarias públicas (de modalidad común, técnica y especial) e institutos de formación docente en todo el país.

Conectar Igualdad, además de ser el plan de distribución de netbooks más ambicioso y masivo del planeta (ningún programa alcanzó esa cantidad de netbooks distribuidas) fue, como mínimo, el puntapié de un llamado a la reflexión de la comunidad educativa respecto de sus prácticas. ¿Por qué? porque interpeló (y lo sigue haciendo) el rol y la actividad docente, promoviendo modificaciones en las prácticas de enseñanza tradicional e instando a generar cambios en la concepción espacio-temporal de la institución escolar.

En línea con Conectar Igualdad, hace algunos meses y mediante resolución del Consejo Federal (donde se reúnen los 24 ministros provinciales y el ministro nacional), el Ministerio de Educación de la Nación dio inicio al Plan Nacional de Inclusión Digital Educativa (Pnide). El plan tiene como principal objetivo “transformar la enseñanza” mediante la “intensificación de los usos pedagógicos de las TIC”. En otras palabras, que las netbooks distribuidas (y las que continúan entregándose a alumnos de primer año) se utilicen para aprender, que se entramen en la enseñanza. Esto significa un enorme desafío, no sólo para los jóvenes que nunca habían tenido una computadora o que son los primeros en sus respectivas familias en tener una, sino también para los supervisores, directivos y docentes, que deben replantearse sus roles y funciones al compás del nuevo escenario.

El Pnide propone trabajar fuertemente junto al Instituto Nacional de Formación Docente (INFD) para garantizar una oferta federal y gratuita en educación y TIC. El postítulo docente con esa orientación (creado en 2012) es, quizá, el ejemplo más claro de la articulación entre los procesos de distribución y equipamiento tecnológico en las escuelas y las ofertas de formación docente.

El lanzamiento del Pnide representa un enorme paso por actualizar la educación del país a los tiempos que corren y lograr que, como señala el sociólogo español Manuel Castells, la escuela se encargue de “empoderar intelectualmente” a sus alumnos, dotándolos de “criterio propio” para que busquen, seleccionen, descarten, validen, interpreten, relacionen y combinen todos los miles de millones de GB de información que se producen a diario y así logren acortar la otra brecha digital, la vinculada con los usos.

* Lic. en Periodismo (USAL), miembro de amersur.org @MPSosa88

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