LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN

Entre Justicia, comunicación y política **

Carlos Rozanski presenta el libro Los sentidos de la justicia, de Carlos Leavi, subrayando la importancia de la relación entre la Justicia y la comunicación de sus fallos a la sociedad.

El reciente libro de Carlos Leavi, Los sentidos de la justicia. Juicios, testimonios y desapariciones (Edulp, 2015) está estructurado en una secuencia que, partiendo de una premisa totalizadora como es la de “los sentidos de la justicia...”, recorre los interminables laberintos de una institución cuyos “sentidos” han sido materia de interrogación a lo largo de siglos. Toma un juicio oral en particular (juicio a Miguel Etchecolatz en La Plata entre junio y septiembre de 2006), lo ubica en la etapa histórica en la que tuvo lugar, viaja en el tiempo hacia atrás y luego hacia adelante, para desentrañar en ese recorrido no sólo el sentido de ese proceso judicial en particular, sino el de la búsqueda de justicia como objetivo social. Se detiene en los distintos momentos del juicio. Califica la sentencia y la ubica en un lugar privilegiado del proceso de búsqueda de justicia iniciado en las tres décadas anteriores. En uno de los espacios centrales del trabajo, desnuda la tragedia de la desaparición de un testigo al que acompaña en sus recorridos dándole un significado profundo no sólo a sus dichos, sino luego al de los distintos testimonios a los que sabiamente ubica como “experiencia comunicacional”. Irrumpe luego en pleno desarrollo del trabajo, la desaparición de Miguel Bru en democracia –como lo fue la de Jorge Julio López–, para dejar definitivamente planteada la indisoluble vinculación de ambos casos con la realidad actual, reflejo de aquel pasado horroroso y de un presente que intenta superarlo.

No cabe duda de que este trabajo tiene un claro sentido comunicacional y que la obra de Carlos Leavi representa la síntesis que nuestra sociedad desa- rrolló en los últimos 35 años y que se tradujo en la última década, en el espacio social que permite llevar adelante los juicios que allí son analizados.

Precisamente cuando se dice, “en este país se produjo esto y en los demás no”; la pregunta es, ¿por qué no? Y yo creo que esa pregunta surge respondida en el análisis. De esta manera, el recorrido que se produjo en esos 35 años está desarrollado con una lógica, donde el autor explica y logra desmitificar varias cosas. En primer lugar, logra desmitificar la neutralidad. En segundo lugar, a partir de la continuidad entre el pasado y su vinculación con el presente, muestra que es posible una comprensión en perspectiva de un fenómeno de la dimensión del genocidio. Esta producción representa exactamente lo contrario de la negación de algo que en realidad sucedió y que continúa generando efectos en la actualidad.

La tercera desmitificación es la de la supuesta equidad que se pretende en determinadas racionalizaciones, como por ejemplo en la llamada “teoría de los dos demonios”. Estas son también ficciones mediante las que se pretende veladamente –y a veces no tanto– que ciertas atrocidades derivan de actos anteriores que las provocaron y en última instancia las justificaron.

Este ejercicio de derribar mitos que tan bien propone el autor se sintetiza en la vinculación que efectúa entre la “justicia, la política y la comunicación”. Justicia y comunicación son dos cosas que no siempre han ido de la mano. Yo diría que ha sido históricamente lo contrario. La sentencia que dicta un juez es el resultado de un análisis de los hechos, que se suma a la propia cosmovisión de ese juez, que no es otra cosa que su ideología. La exteriorización de ese proceso es la sentencia. El mecanismo de sumar los hechos con la ideología es íntimo e intransferible. A lo sumo, podrá ser compartido el resultado “jurídico” cuando se trata de un tribunal colegiado. Luego viene la “comunicación”. No todas las sentencias producen en la sociedad ese efecto de “comunicación” que Leavi detecta y retransmite en el fallo que motiva su trabajo. El particular contexto histórico en el que se produjo el juicio comentado, a 35 años de los hechos y con la enorme tragedia de un testigo desa- parecido en pleno debate, confluyen para que esa comunicación se pueda producir. Leavi rescata lo más valioso que puede tener el derecho que es cuando logra la comunicación con la sociedad a quien va dirigido un fallo. En ese sentido, en casos de gran repercusión comunitaria, trasciende a los acusados, las víctimas y obviamente a los jueces. Se transforma en aquella formidable herramienta que Foucault denomina “el derecho como productor de verdad” y que Leavi recuerda del fallo. Y lo hace porque es ahí donde radica no sólo la importancia de la justicia en acto sino, además, la justicia como herramienta de transformación a partir del abandono definitivo de los estrados como símbolo dramático de separación entre una comunidad y sus jueces.

Cuando se logra desmenuzar la relación entre justicia, política y comunicación, como se pretende en este libro, entonces, tiemblan las corporaciones, tiembla el poder. En síntesis, peligran esos mitos que generaron dogmas y que impidieron, entre otras cosas y durante décadas, que este proceso de justicia fuera posible y que obras como la presente fueran elaboradas y, afortunadamente, comunicadas.

* Juez federal.

** Fragmentos del prólogo del libro comentado.

Compartir: 

Twitter

 
LA VENTANA
 indice
  • MEDIOS Y COMUNICACIóN
    Entre Justicia, comunicación y política **
  • MEDIOS Y COMUNICACIóN
    El barro de la política
    Por Iván Pablo Orbuch

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.