PSICOLOGíA › ACERCA DE LA RELACIóN CON LAS DROGAS

No es lo mismo consumir que necesitar

En el tema de las adicciones, el autor cuestiona “los mensajes moralizantes, autoritarios, que apelan al miedo”, y sostiene que el problema “no es lo que se consume, sino para qué se consume”: la relación entre cada persona y su droga.

 Por Carlos Alberto Barzani *

La psiquis humana es muy compleja y a veces ocurre que lo que intenta ser un consejo con buenas intenciones provoca el efecto contrario; sobre todo en un tema tan controvertido como las adicciones a ciertas drogas. Frecuentemente, en vez de referirse a personas que tienen una adicción, se habla de “los drogadictos”. En las crónicas policiales de hechos violentos es habitual la pregunta sobre si los delincuentes ¿estaban drogados? Como si la conducta criminal fuera efecto de “la droga” y no de una persona responsable de sus actos. Para ciertos sectores es más sencillo hablar del “flagelo de la droga” que del creciente nivel de violencia y de desamparo en nuestras sociedades: abordarlo desde esta otra perspectiva llevaría a examinar las políticas sociales del Estado.

Los mensajes masivos suelen caracterizarse por ser moralizantes, autoritarios, por apelar al miedo; desembocan en repetidos discursos proselitistas que sólo tienen sentido y eficacia para quien los produce. Estas estrategias no sólo no disminuyen el consumo de drogas, sino que en algunos estudios se ha advertido que lo aumentan.

En todo caso, aunque en ciertos ámbitos se generen “interesantes” y “apasionados” debates, ubicar el problema en “las drogas” centra la discusión en un lugar equivocado, ya que omite examinar la relación que la persona pueda tener con la sustancia. Si, en cambio, enfocamos la relación de los seres humanos con las drogas, veremos que, por ejemplo, algunas de ellas fueron consumidas en ciertas comunidades indígenas durante mucho tiempo. Allí cumplían una función importante en ritos religiosos o de iniciación, y no creaban adicciones. La relación que estos pueblos tenían con esas drogas era diferente de la que prima en nuestra cultura occidental judeocristiana.

En la sociedad actual las drogas legales –alcohol, tabaco, fármacos– son un objeto más de consumo y se ofrecen a través de campañas publicitarias que, según el caso, prometen éxito, placer, diversión, eficacia. Las drogas ilegales –marihuana, cocaína, pasta base, éxtasis, etcétera– son concebidas como sustancias demonizadas. Por otra parte, la ley confiere a los consumidores de drogas ilegales el doble estatuto de delincuentes y enfermos. El consumo de drogas requiere atención médica y/o psicológica, pero la tenencia constituye un delito.

Cabe aclarar que no todo el que consume o consumió alguna sustancia –sea legal o ilegal– ha desarrollado o va a desarrollar una adicción. No obstante, es frecuente que un individuo crea que maneja a su antojo el consumo que realiza y, sin embargo, sin darse cuenta, el imperioso deseo de consumir ocupe importantes momentos de su vida. Por ejemplo: algunas personas necesitan “entonarse” para ir a bailar o para encarar a alguien, o fumarse un “porrito” para ir a un recital; si no lo hacen tienen la sensación de que algo les falta, de que “no es lo mismo”. El problema no es lo que se consume. El problema es: ¿para qué se consume?

El término “a-dicción” puede remitirnos a “no-dicción”: no decir, no hablar, y esto nos lleva a un punto central: muchas personas llegan a tener una adicción por la imposibilidad de hablar de ciertas cuestiones y no poder resolverlas a través de la palabra. El consumo adictivo de sustancias puede estar referido a las más diversas motivaciones. Puede estar al servicio de anestesiar un dolor, aliviar la angustia, insensibilizarse ante sentimientos displacenteros, tapar un vacío, calmar la ansiedad, provocar un estado de euforia, escapar de la monotonía y el aburrimiento, producir un estado de ensoñación..., pero no lo logra. El efecto de la sustancia es transitorio, cuando se disipa es necesario volver a consumir.

Si la adicción intenta resolver un problema, para resolver la adicción se procurará encarar el problema o motivo que llevó a esa persona a consumir adictivamente. Esto no es fácil de reconocer, ya que muchas veces se trata de un conflicto interno que la persona misma desconoce. Es importante destacar este punto porque no se trata, tampoco, de intentar sacarle palabras “con tirabuzón”.

- Psicólogo, especialista en adicciones. Ex jefe de residentes del hospital Tornú; ex integrante de la Dirección de Prevención Social de la Municipalidad de Vicente López (ver nota aparte). Fragmento del trabajo “Prevención de adicciones”, publicado en Notifé. Magazine médico, Nº 43.

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Imagen: Leandro Teysseire
 
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