PSICOLOGíA › EL LUGAR DEL PADRE EN UN PROGRAMA TELEVISIVO

“Tratame bien”

 Por Sergio Zabalza

En la serie de televisión Tratame bien –cuya trama conjuga nada menos que tres ámbitos de atención psicológica–, Julio Chávez encarna a un hombre de unos cincuenta años de edad que, en plena crisis económica y personal, se entera de que su hijo es el fruto de una relación que su mujer había mantenido durante una breve separación. Un breve repaso de la historia de las clases medias urbanas bastaría para comprobar la estrepitosa caída del hombre proveedor, en el imaginario que sostiene el ideal del jefe de familia (un derrotero bastante parecido al que va desde Papá lo sabe todo, aquella serie de los años sesenta, hasta las desventuras de Homero Simpson). Sin embargo, conjeturamos un elemento más radical y sustantivo para explicar la identificación con este personaje, que se da no sólo en los hombres, sino también en los jóvenes y las mujeres: se trata de la pregunta acerca de la función paterna y el lugar de autoridad que éste supone. Los largos minutos que la tira acumula en los diferentes consultorios psicológicos testimonian este punto.

Al respecto, no faltó quien sostuviera que toda la obra freudiana bien puede resumirse en torno de la pregunta acerca de qué es un padre: ¿qué mejor escenario para indagar en el tema que un hombre excluido del requisito biológico con que el sentido común suele fundar el lazo entre padre e hijo?

Jacques Lacan (El Seminario: Libro 22, RSI) afirma que un padre no merece el respeto sino el amor, porque padre es quien logra hacer de una mujer la causa de su deseo. En otros términos, lejos de apoyarse en el sometimiento a la autoridad que hoy algunos pretenden entronizar, la función paterna consiste en propiciar que una mujer reciba al ser que alberga en su vientre como una metáfora del amor que siente por su pareja, más allá de quien sea su genitor.

La escena en que José –Julio Chávez– reprende al joven, recién anoticiado de su biológica filiación, por tratar de puta a su madre constituye un muy buen ejemplo de un orden... amoroso.

Esa operación que el hombre ejerce sobre el deseo de una mujer posibilita que un niño o un adolescente pueda decir, a quien quiera escucharlo: “Tratame bien”.

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