PSICOLOGíA › REPRESENTACIONES DE SALUD-ENFERMEDAD EN ADOLESCENTES

“Vos elegís” y el Estado te olvida

 Por la Red de Salud Mental del Primer Nivel de Atención del municipio de Morón *

En función de diseñar prácticas en salud que impliquen a los adolescentes del municipio de Morón, surgió la necesidad de analizar sus representaciones sociales sobre salud y enfermedad: éstas proporcionan un acceso directo a construcciones subjetivas que son la base cotidiana de prácticas en salud. La técnica de abordaje consistió en entrevistas semiestructuradas. Se tomaron dieciséis adolescentes, de 13 a 21 años, seleccionados por muestreo.

Los adolescentes que utilizan los servicios de salud del municipio se encuentran por lo general en situación de riesgo. Este riesgo se debe a su situación de exclusión, que a veces no es producto de desvinculación social, sino de las escasas posibilidades de incluirse en un mercado de trabajo o de consumo. Esto produce un vacío de sentido que es ocupado por sensaciones encontradas de depresión de expectativas, un alto conformismo y una visión fatalista o azarosa del propio devenir.

En cuanto a las representaciones sociales, son un concepto articulador entre la subjetividad y el contexto. El concepto de salud-enfermedad es producto de un proceso histórico, económico y social, en el cual las comunidades construyen sus modos psíquicos y físicos de padecimiento, así como sus estrategias para transformarlo.

Dentro del discurso construido, se circunscriben teorías para explicar, describir y predecir los fenómenos de salud-enfermedad. A lo largo de la historia, existieron diferentes representaciones sociales de la salud-enfermedad. Para Alberto Vasco Uribe (véase por ejemplo Salud, medicina y clases sociales, ed. Rayuela, Medellín, 1986), la explicación que históricamente tuvo más fuerza provino de las interpretaciones teológicas del mundo: el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y la salud sería un estado original y natural. Este autor observa que ello corresponde a una concepción unicausal y externa de la enfermedad; expresa la concepción idealista y cristiana donde la salud aporta a la “gracia de Dios” y la enfermedad corresponde a un “estado de pecado”.

Susan Sontag (por ejemplo, en El sida y sus metáforas, 1988) expuso los mecanismos de poder que se cifran en la connotación moral de la enfermedad: la enfermedad como castigo. Así, “el cólera como enfermedad de los sucios” o “el sida como enfermedad de los promiscuos”. En la unicausalidad externa, siempre hay un culpable (el demonio, la noxa o el sujeto).

Otro abordaje, que puede articularse con el anterior, es el que considera la salud en términos de mercancía o de derecho. La salud, como un bien que se ofrece en el mercado, queda librada a las posibilidades y recursos de cada sujeto y su acceso se convierte en una responsabilidad individual. El derecho a la salud, en cambio, implica el concepto de equidad en la atención y accesibilidad de los servicios, garantizada por el Estado.

En la Argentina, las políticas de la década de 1990 fueron congruentes con la idea de salud como responsabilidad individual. Los programas de salud durante esta década y en adelante basaron sus discursos y prácticas en la responsabilidad individual del cuidado. La ausencia del Estado sobrecarga al ciudadano de responsabilidad.

En el discurso de los adolescentes entrevistados, la categoría “Vos elegís” se presentó como central. En ella se incluyen los pasajes de las entrevistas que aluden a la salud o enfermedad como estados que dependen de la elección, consciente e individual, de conductas que conducen al sujeto a uno u otro estado. Así, la responsabilidad individual queda en primer plano. Esta categoría predominó en los discursos de prácticamente todos los adolescentes. En muchas entrevistas, esta posición se esboza haciendo referencia a elecciones de conductas y actitudes en la alimentación, la recreación, el control del estado de ánimo, el autocuidado.

La responsabilidad individual se entrama con aspectos superyoicos normativos propios del proceso adolescente, tales como que para estar sano hay que hacer “lo que se debe”. Los adolescentes entrevistados expresan diferencias entre las enfermedades clásicas –donde tendría menos peso la responsabilidad individual– y las adicciones. Sus discursos resultan congruentes con los discursos sociales que aluden a las adicciones como “enfermedades de contracción voluntaria”. Esto invisibiliza el trasfondo de la complejidad económica, social y cultural sobre este tema, que excede ampliamente la voluntad individual de “constituirse en adicto”.

La categoría de responsabilidad individual también toma lugar al construir teorías sobre la etiología de las enfermedades y se ubica en serie con la de contagio: uno se contagia por propia responsabilidad. Dentro del modelo unicausal, hay adolescentes que plantean causas puramente psíquicas y subjetivas en la constitución de enfermedades, tales como “no hacerse el bocho” para no enfermar. Esto se asocia con una vulnerabilidad individual y no con la complejidad de la producción social y subjetiva de la vulnerabilidad. Otros entrevistados aluden a que “nunca se enferman”, en lo cual se hace presente cierto rasgo defensivo omnipotente propio de la adolescencia. En resumen, los adolescentes entrevistados esbozan paradigmas sobre la salud y la enfermedad asociados a modelos positivistas y propios de lo que el antropólogo Eduardo Menéndez denominó “modelo médico hegemónico”.

Estas construcciones subjetivas han sido congruentes con las políticas de salud neoliberales, que apelaron a la individualidad para garantizar el cuidado de la salud y desdibujar la responsabilidad del Estado. Por esta razón se hace necesario devolver, desde el sistema de salud, modelos representacionales diferentes al instituido. Estos modelos apuntarían a reconocer la particularidad del proceso adolescente sin escindirlo de las condiciones sociales de producción. En este entramado, juegan roles fundamentales el Estado, la familia, las formas de distribución del poder, el sistema de salud, los profesionales y los adolescentes mismos. El intento de modificar las representaciones de salud-enfermedad va en la línea de generar, hacia ciudadanos sujetos de derecho, prácticas de salud activamente garantizadas por el Estado.

* Extractado del trabajo “Salud y la enfermedad en la adolescencia”, incluido en la publicación virtual www.revistaversiones.com, dirigida por Angel Rutigliano y dedicada a la actividad en salud mental de la Región Sanitaria VII de la provincia de Buenos Aires.

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