PSICOLOGíA › ACERCA DEL GRITO DE GOL

“¡Quiero llorar, viva el fútbol!”

 Por Yago Franco *

¿Qué es el grito de gol? ¿Es una simple descarga?, ¿una regresión a un modo de ser primario de la psique? ¿Es volver al primer grito cuando el aire ingresa en los pulmones? ¿Qué es el grito de gol? ¿Un vaciarse orgásmico, un orgasmo cósmico?

Es un momento de fusión, volver a la fusión con el otro, abrazados, gritando, saltando, llorando, agradeciendo, mirando al cielo. Todos metimos la pelota en el arco. ¿Metáfora de un cañonazo al enemigo? ¿Es continuidad del ataque guerrero al enemigo por vía sublimatoria? ¿El momento cúlmine de transformar una guerra y la destrucción del otro en un sublime momento estético? El grito de gol es la suspensión momentánea de todo lo instituido, un arrojarse a un abismo gozosamente. Grito de gol en los hinchas, grito en los jugadores: abrazados a la distancia.

Enrique Pichon-Rivière sostenía que el fútbol “es un ritual que congrega a espectadores y equipos en una ceremonia que tiene algo de magia y algo de catarsis” (Psicología de la vida cotidiana, ed. Nueva Visión, 1998). Lo mágico y la catarsis nos vinculan con antiguas ceremonias y rituales de la humanidad, tendencias que vienen desde tiempos inmemoriales y que son traducidas en cada momento histórico en una nueva creación: el fútbol es la traducción que esta época les ha dado.

También decía Pichon-Rivière que “no es casual el liderazgo de la pelota. Su forma esférica la vincula con uno de los más antiguos símbolos que maneja la humanidad a través de filósofos como Parménides o poetas como Rilke. La esfera significa la forma perfecta, la conciencia del uno y del todo, es la imagen del infinito”. Así, “desde los más remotos tiempos, los hombres juegan con formas esféricas juegos brutales, primitivos, como si quisieran familiarizarse con ese objeto casi sagrado en esas misteriosas síntesis entre la guerra y la fiesta”.

Tal vez esa forma perfecta, esa conciencia del uno y del todo, la imagen del infinito, sea una resonancia, una figura producida a partir del modo originario de la psique humana, de su cerrazón sobre sí misma, de considerarse el origen y el fin de todo, que se continúa en otra forma circular: la célula narcisista entre el infante y la madre, “objeto casi sagrado”. Entonces, tiempos prehistóricos de la humanidad pero también del sujeto humano en su ontogenia. Lo inmemorial del origen. ¿La pelota entonces, eco de los orígenes, del fascinante objeto innombrable? ¿Ese objeto que lo es antes de serlo para la psique?

Dante Panzeri, legendario periodista deportivo argentino, acuñó la expresión del fútbol como dinámica de lo impensado. Podemos decir que el gol, su grito, es el momento máximo de lo impensado. Lo impensado, diremos, es lo creado, lo no anticipable, lo inexplicable. Lo que sale de la lógica y satisface aquello de la psique que nos diferencia como especie: el estallido de nuestra imaginación, que abre las puertas a la poiesis.

Por eso Pasolini hablará de “fútbol de poesía”, en el que todo está basado en la gambeta y en el gol. La planificación técnica, el pizarrón, los esquemas, las jugadas de pizarrón, es un “fútbol de prosa” basado en la sintaxis, basado en el juego colectivo y organizado: “es decir, en la ejecución razonada del código” (ver aparte).

Hay un complejo equilibrio entre lo instrumental del juego, lo funcional, lo que debe responder a la lógica formal (la planificación, el posicionamiento, el estudio de los rivales, las jugadas preparadas, etcétera) y aquello que rompe con esa lógica, que es también romper con la lógica del contrario.

El grito de gol es emergencia de la poiesis. “¡Goooooooooool! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme... ¡Maradona! En una corrida memorable, en una jugada de todos los tiempos. Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?”: así relató Víctor Hugo Morales el segundo gol de Argentina a Inglaterra, el 22 de junio de 1986. “Yo alcancé a decir en el relato –testimonió después– que era el gol más lindo de todos los tiempos. Me parece que inmediatamente percibí que estábamos en presencia de una verdadera obra de arte.”

* Miembro del Colegio de Psicoanalistas.

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