PSICOLOGíA › ABANDONO Y “DESARROLLO DESVIADO”

El terrón prohibido

 Por August Aichhorn *

Entre los desarrollos desviados se cuentan la neurosis, la perversión, la psicosis y el abandono. La evocación del desarrollo infantil nos indica que las tres instancias, el ello, el yo y el superyó, deben llegar a encontrar el equilibrio que otorgaría a la personalidad global suficiente energía para afrontar las pruebas impuestas por la realidad externa. En el caso de que la relación entre el ello y el yo sea pacífica, porque el superyó no impone exigencias desmesuradas, las mociones pulsionales no satisfechas podrían ser desplazadas del yo consciente y, al renunciarse a ellas en estos términos, se transformarán en una fuente de energía: el impulso será sublimado y apartado de su fin inicial sin generar perjuicios. En el caso en que la relación entre las instancias sea conflictiva, ese camino no se hará sin sufrimiento. He aquí un ejemplo: una madre, al prohibirle a su niño tomar un terrón de azúcar que está sobre la mesa, tiene la precaución de empezar con una observación como: “Tú que eres tan bueno...”. El niño renuncia al terrón porque la observación de su madre le aporta un sustituto de placer. Si esa observación falta, si el niño se abstiene de tomar el terrón de azúcar por una razón de otro orden, quiere decir que él ha reprimido el deseo sin haber renunciado realmente a él.

En los dos casos el comportamiento observable en el niño es el mismo: ¿esto nos permite concluir que en ambos casos la intervención educativa ha sido exitosa? Ciertamente no, porque el éxito de la prohibición, que por definición limita la pulsión, no está dado por abandonar el terrón de azúcar, sino por aceptar la prohibición, interiorizarla.

En la prohibición, podemos advertir que se trata, o de la renuncia a la satisfacción de la pulsión, o de la represión. En el primer caso, una confrontación pacífica de las tres instancias dio lugar a la renuncia y la pulsión deviene así una fuente de energía para futuros desempeños. En el segundo caso, el equilibrio de las tres instancias decisivas de la personalidad fracasa, el impulso es reprimido y puede presionar incansablemente hacia la satisfacción. Si es reprimido, el impulso hacia la satisfacción arcaica de la pulsión persiste y, habiendo fallado la sublimación, abre las puertas al desarrollo desviado.

Podemos imaginar fácilmente un superyó que, a causa de su autoridad excesiva, ejerza un poder sobre la personalidad global, amarrando al yo de manera que no permitirá el acceso a las exigencias del ello, incluso aquellas que estarían justificadas. En el caso en que se produzca la emergencia de un deseo, éste será inmediatamente rechazado hacia el ello (el inconsciente), es decir, reprimido. Estaremos en tal caso ante una personalidad que reprime constantemente sus exigencias pulsionales. Esto podría concluir así, si no fuera porque el ello, ante esta opresión, se rebela.

* Fragmento de Cliniques de la délinquance, edición en francés publicada por Champ Social Editions (traducción al español: P. L.)

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