PSICOLOGíA › REACCION INQUISITORIAL ANTE LA OBRA DE FERRARI

La verdadera muestra de León

Por Eduardo Müller *

La obra de León Ferrari produce la reacción a la obra de León Ferrari. Hace 40 años, cuando abandonó la pintura geométrica para lanzarse con fervor contra la guerra de Vietnam, produjo, sobre el espectador medio y culto, una gran conmoción. Su desarrollo posterior fue entrenando en la visión de una obra que conservó su crítica feroz a la ferocidad del nazismo, de la Inquisición, de las guerras imperiales. Hoy, a 40 años de lo revulsivo y subversivo de sus primeras obras político-estéticas, sólo provoca esas reacciones a lo más recalcitrante de la derecha religiosa, estética y política.
Así, la verdadera muestra actual de Ferrari es lo que se muestra como reacción: la misa en la Iglesia del Pilar, junto al Centro Cultural Recoleta, es también la muestra de Ferrari. Las declaraciones de monseñor Bergoglio forman parte de la muestra de Ferrari. Los milicianos de Cristo, rompiendo excitados sus botellas, marchan dentro de la instalación de Ferrari. Y también el coro progresista hace (hacemos) coro en su muestra visitando o firmando solicitadas en su apoyo.
El gran mérito de esta muestra es que hace aflorar, con talento e ingenio, lo más recalcitrante de la sociedad argentina. Muestra con lupa dónde están escondidos los enanos inquisidores, haciéndolos gemir de pasión como algunos santos en sus pinturas.
Es que una verdadera pasión por la Inquisición anida en el permanente ovular de las serpientes en la Argentina. Es fácil verla en los enfervorizados rezos de los medievales que han salido a relucir. Pero deberíamos advertir que ese espíritu inquisitorial anima también a la gente bien pensante. Lo que se llama el pensamiento políticamente correcto quema en cruces más sofisticadas. Exige que l@s travestis, homosexuales, animales, judíos, mujeres, personas de color (negro) y miembros de cualquier autodenominada minoría sean tratados con una delicadeza protocolar de tal magnitud, con un cuidado en la manera en que deben ser mencionados, mostrados en televisión, pintados, que determina que artistas de distintos ámbitos se autocensuren por miedo al enojo y censura de comisarios político-estéticos que pululan por doquier. Recuerdo que, hace algunos años, una nota de Martín Caparrós en este diario generó una protesta en una carta de lectores por haber usado la palabra “mongui”. En defensa de los que son mongólicos, un lector escribió una carta diciendo que a Caparrós le había emergido el enano fascista. Es raro que no haya aparecido después otra carta de la minoría enana atacando a la minoría mongólica. Y así hasta el infinito.
Ferrari debe estar riéndose, feliz de lo que su muestra mostró.
Es que él tuvo la libertad de producir y de mostrar lo que ya había producido y mostrado. Ha puesto a la Inquisición en escena.
Ojalá lo pueda seguir mostrando hasta febrero.

* Psicoanalista.

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