PSICOLOGíA › SOBRE EL SABER DEL ARTISTA

“Insospechado rostro eterno”

POR BEJLA R. DE GOLDMAN *

Borges escribe desde la soledad. En “El Apice”, dice: “(...) No te salva la agonía/ De Jesús o de Sócrates ni el fuerte/ Siddharta de oro que aceptó la muerte/ En un jardín al declinar el día./ Polvo también es la palabra escrita/ (...)/ Y la noche de Dios es infinita./ Tu materia es el tiempo, el incesante/ Tiempo. Eres cada solitario instante”.

Le gana, en el escribir, un instante al tiempo de la muerte que lo espera al final de la partida, esa que habrá de compartir con Cristo como con Sócrates y Siddharta. Porque hay un Dios muerto, inconsciente, hay escritura. Se escribe entonces, para arrebatarle al tiempo engañoso el instante por la letra al advertido final, y soñar junto a ella con la eternización del Nombre.

La palabra escrita es su poetizar, es el instante del decir antes de que el tiempo haga de ella también polvo de mortal. Es solitaria, finita, perecedera. Dirá Borges: “La literatura es un arte del misterio”, que empuja al escritor a develarlo. El poeta no sabe el designio de los dioses. Sólo se le revela la verdad ante el espejo de la muerte. Sólo allí se tropieza con la cifra de su Nombre.

En el “Poema conjetural”, escribe: “(...) Al fin he descubierto/ la recóndita clave de mis años,/ la suerte de Francisco de Laprida,/ la letra que faltaba, la perfecta/ forma que supo Dios desde el principio./ En el espejo de esta noche alcanzo/ mi insospechado rostro eterno. El círculo/ se va a cerrar. Yo aguardo que así sea”.

El hombre recién sabe quién es en la antesala de la muerte, entonces “ve su destino”, sólo que éste es improferible, ya que el tiempo no puede revertirse. El no inventa nada, sólo se sirve de lo ya dicho. Todo es un eterno repetir, un constante recordar.

El artista se adelanta en su saber al analista. Así lo dice Lacan, respecto de Marguerite Duras: “El artista siempre lleva la delantera y (el analista) no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino”. Es así como nos dejamos sorprender por la escritura de Borges. No pretendemos interrogarlo como sujeto, sino que intentamos percibir cómo su obra nos marca el camino, lo que en la teoría se desconoce aún. Su escritura parte de la falta, de bordear el vacío de la Cosa, de la sublimación inacabada. La escritura es liberación, desecho, a la vez que goce recuperado. Ya no le pertenece al escritor, es de los otros, es del torrente del tiempo. Se deja de correr tras los sueños y se estampa en el instante la verdad del sujeto. Es el poeta que con su letra intenta trenzar en torno al vacío, siendo lo real la estructura y ésta es por fuera de todo sentido.


* Extractado de Borges con Lacan. Un pase discursivo.

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