PSICOLOGíA › UNA ACTITUD QUE “BLOQUEO EL ABUSO DE PODER” EN UNA PAREJA

Huelga de hambre contra un marido

 Por WALTER RISO *

Una de mis pacientes decidió hacer una huelga de hambre porque su marido no la dejaba salir con sus amigas ni, en realidad, tenerlas. Claro que su huelga no apareció en los periódicos, ni siquiera trascendió al barrio, pero tuvo repercusión en la familia. Intervinieron, para hacerla cambiar de opinión, los suegros, una prima que “sabe mucho de astrología”, el cura, el médico de cabecera y, sobre todo, su mamá, la más indignada por la actitud poco “responsable de su hija”. Por mi parte, me limité a cumplir el papel de intermediario y vocero de sus reivindicaciones. El marido, cuando se dio cuenta de que la cosa iba en serio, no tuvo más remedio que acceder a los pedidos de su mujer.

¿Qué defendía mi paciente? El derecho a la libre asociación. Cuando en una ocasión le pregunté si no era mejor hablar con él en vez de armar semejante ajetreo, me contestó: “Nunca me escucha, ni me toma en serio. El incluso pensó que era una pataleta mía y que se me iba a pasar rápido. En realidad, yo lo quiero mucho, pero esta vez me cansé”. “¿Y no le parece poco alentador tener que hacer una huelga de hambre para que él acepte que usted es una persona libre y autónoma?” “Puede que usted tenga razón, pero todo este lío produjo en mí un cambio interesante. Las relaciones de poder, como usted las llama, se equilibraron. Las próximas discusiones no van a ser iguales. La esclava se rebeló. Si no lo quisiera, ya lo hubiera mandado a la porra, pero así somos las mujeres, nos gusta perdonar. Le estoy dando una nueva oportunidad a la relación. Hay una historia y no todo es malo, en fin, prefiero ver qué pasa. Pero le voy a confesar algo: si la relación no mejora, ya me di cuenta de que soy capaz de terminar con él sin ningún remordimiento. El lo leyó en mis ojos cuando me pidió que hiciéramos las paces y le contesté que lo amaba pero que este sentimiento no era suficiente para tener una vida decorosa.”

Se puede estar o no de acuerdo con el método que utilizó mi paciente o aun con la idea de mantener un tipo de relación así; se podría plantear que, si alguien necesita hacer una huelga de hambre para vivir dignamente con su pareja, es mejor que se separe de una vez. Pero debo confesar que ciertas reminiscencias políticas suscitaron en mí una fuerte simpatía por la causa de la mujer. Una actitud de choque como ésta trae sus ventajas: el poderoso se baja del pedestal, se reafirma el yo, se pierde el miedo a la autoridad –después de decirles “no” a los suegros, a la madre, al cura, a los hijos y al médico, la fortaleza crece como espuma–, se bloquea el abuso de poder y se crean lazos más democráticos. Además, permite reevaluar los sentimientos y ayuda a poner un límite a la relación. Cuando alguien agobiado por la presión del otro y limitado en sus libertades básicas dice sinceramente “me cansé”, hay que prepararse porque empezó la transformación, un nuevo ser está en marcha.

* Fragmento de Los límites del amor, de reciente aparición (ed. Norma).

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