PSICOLOGíA › REPRESENTACION Y REPRESION

Gastos de la democracia

Por Sergio Rodríguez *

Quienes suponen que la democracia no sirve, esperan de ella mucho más que un método para resolver las tensiones sociales lo más civilizadamente que las condiciones den. La democracia, gobierno del pueblo como su etimología lo indica, lo expresa con todas sus virtudes y miserias. La democracia tiene una falla de base, creer que la representación es posible. Todo aquel que se halla analizado sabe que, debido a la existencia del inconsciente, el sujeto es incapaz de representar en dichos sus propios deseos. Lo que lo lleva a quedar aprisionado de su yo y de posiciones y formas de goce que no siempre van en el sentido de aquéllos, pero que sostienen sus creencias. Mucho menos es capaz por lo tanto de representar a otros, que en razón de su dependencia del Otro le resultan básicamente ajenos. Aunque enamoramientos e hipnosis generen la ilusión de que todos queremos lo mismo. Dichas identificaciones pueden resultar tan cambiantes como los humores sociales. Así como el parloteo autista de un presidente (De la Rúa en su estado de sitio) pudo generar la reacción más masiva y espontánea (cacerolazos) que recuerde nuestra historia, mil convocatorias pueden “pincharse” por ausencia de convocados.
Pero al ser la democracia el régimen que sostiene su funcionamiento en elecciones regulares de los órganos de gobierno, garantizando mínimamente para ellas los derechos de asociación y expresión libre, genera las condiciones más propicias para que ejerzan su presencia y opinión las creencias que a través de los fenómenos de identificación de masas van tomando mayor peso en cada momento de las sociedades. En ese punto, facilita que los conflictos se resuelvan lo más pacíficamente posible, lo que es decir mucho. Si a los sufrimientos inevitables del malestar en la civilización se agregan derramamientos masivos de sangre, como los que nos tocó sufrir con la dictadura del ‘76, todo resulta peor.
Creo también que en este contexto han caído en la trampa ofrecida por ciertos políticos de izquierda y de derecha, y “comprada” por buena parte de los medios masivos de comunicación y la opinión pública independiente, quienes exigen la disminución de representantes y la rebaja de los sueldos de los delegados a los diversos órganos de gobierno. Me parece que esas reivindicaciones hay que revisarlas caso por caso. Hay que exigir a quienes ocupen esos cargos que los tramiten según lo que quienes los votaron demanden y para que lo hagan hay que pagarles lo que su responsabilidad merezca. La consigna de bajar los gastos políticos sirve represivamente (en el sentido psicoanalítico del término) para no enterarse de que el desastre en que nuestro país ha sido sumido tiene como causa la estafa a que fue sometido en las privatizaciones y por las estafas permanentes que las empresas privatizadas y grandes corporaciones financieras cometen. Ayudadas por funcionarios públicos corrompidos, no por los sueldos que ganan sino por las coimas que recibieron.
* Director de la revista Psyché Navegante. Fragmento de un trabajo incluido en www.topia.com.ar

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