PSICOLOGíA › SOBRE LA CAPACIDAD DE PERCEPCIóN Y REGISTRO DE LOS ESTADOS EMOCIONALES

Mentalización y des-mentalización del dolor

 Por L. P. de C.

Con la idea de mentalización del dolor, quiero subrayar el problema de la capacidad de percepción y registro de los estados emocionales y también el de su transmisión o comunicación.

Cuando Freud distingue entre angustia y automática y angustia señal brinda, a mi juicio, un modelo de mentalización del dolor. La angustia señal tiene un significado psíquico y una función: poner en marcha las defensas, de este modo el yo puede evitar la situación traumática de desvalimiento. En la angustia automática el yo queda sin ligaduras, presentándose la amenaza de la temida situación de indefensión. Es una angustia sin significado psíquico. En mi opinión, Bion retoma el tema de la angustia automática, dentro de un marco relacional, a través del terror sin nombre. En el contexto de su teoría del pensar e incluido en un dinámica vincular (mente-mamá/mente-bebé), la idea de un desvalimiento psíquico se enriquece. Es indudable que el reverie materno cumple una función de amparo mental, al proteger de las vivencias catastróficas de desamparo, transformando el pánico en una emoción tolerable y pensable a través de forjar instrumentos para pensar.

La descripción de pacientes con “presencia ruidosa” y otros de “ausencia silenciosa”, refería estos ruidos y silencios básicamente a la emoción. Con los primeros me fueron muy útiles las ideas de Bion acerca de las defensas de la parte psicótica de la personalidad frente a ansiedades catastróficas: la fragmentación, el uso hiperbólico de la identificación proyectiva, etcétera, evadiendo el dolor a través de un funcionamiento evacuativo masivo, con daño a las funciones mentales de contacto con la realidad. Las investigaciones de los trastornos que los funcionamientos psicóticos producen en los procesos de simbolización y comunicación me resultaron instrumentos conceptuales para comprender y observar cómo se daban estos fenómenos en la clínica. Descubrí, en cambio, que estas ideas no daban cuenta del aislamiento emocional, la desvitalización y la incomunicación con los que me encontraba en el análisis de otros pacientes. No podía observar ataques al vínculo o a la capacidad de vincular, tampoco me encontraba con identificaciones proyectivas, ni realistas ni masivas.

Las ideas de Meltzer acerca de una especialidad psíquica bidimensional me ayudaron a pensar en la hipótesis de la detención de las identificaciones proyectivas. Las fallas en la función continente-contenido de la madre podrían reflejarse en la dificultad de constituir un espacio psíquico tridimensional.

La identificación proyectiva implica un objeto con un interior, con un espacio tridimensional. En Exploración del autismo, Meltzer se refiere a la incapacidad de estos pacientes en el logro de cualquier grado de identificación proyectiva. No sólo se trataría de un espacio bidimensional, sino también de un espacio abierto, plano, sin esfinterización, sin posibilidades de cierre. Se trata de bebés muy sensuales y sensibles emocionalmente, con una extrema apertura a las emociones y estados mentales propios y del objeto, sin un equipo adecuado interno y también con serias fallas en el objeto externo. Meltzer describió una obsesionalidad primaria como un modo primero de tratar con el caos inicial de estímulos. Esta obsesionalidad puede formar parte secundariamente de estados patológicos que abarcan una amplia gana, estando en la base de escisiones con características peculiares. También describió un desmantelamiento del self perceptivo que impide que se formen experiencias o las reduce a “eventos” que no pueden “ser considerados como actos mentales y no pueden ser experimentados de ninguna manera que permita su integración en un continuo de recuerdos, ni como la base para la anticipación. En la personalidad post-autista este desmantelamiento se manifiesta como una particular obsesionalidad que mantiene los objetos incomunicados. De este modo queda interferida “la respuesta emocional frente a la complejidad del mundo”. El mecanismo a través del cual se produce este desmantelamiento involucra un “dejar caer” la atención. Si bien los bebés traen en su dotación innata la facultad de percibir gestalten, la atención como función mental en un comienzo la provee la madre: la conducta de la madre conectada es la que primero sostiene la atención del bebé. La atención “suspendida” se relaciona con el fracaso para sostener a un bebé muy sensible, para que éste pueda “prenderse” a la atención de la madre y afrontar “la complejidad del mundo”, incluidas sus propias emociones y sensaciones.

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