PSICOLOGíA

Pero..., ¿yo acabé?

Muchas veces, clínicamente una mujer se queja de no haber experimentado nunca un orgasmo, pero el interrogatorio especializado pone de manifiesto que el tipo de orgasmo obtenido no es ni por asomo aquello que ansiosamente se espera: no es un palpitar tenso y un éxtasis indescriptible, ni una especie de caída desde la altura acompañada de gemidos, gritos y un estado de semiinconciencia, pero no por eso deja de estar. Es evidente que, en estos casos, la expectativa ansiosa anula lo que puede manifestarse a nivel subjetivo o corporal. Asombra comprobar la sorpresa, el sobresalto y muchas veces la inquietud de la pareja ante esta información. Las mujeres, y no pocas veces sus compañeros, interpretan erradamente algunos fenómenos que sí ocurren: finalización brusca de una excitación sexual intensa, desaparición lenta de la excitación sexual, seguida por relajación general y movimientos musculares rápidos que para esa mujer constituyen el orgasmo y les pasan inadvertidos.

Por lo demás, el comportamiento que conduce al orgasmo puede ser muy diverso. Una mujer puede tener orgasmo por caricias clitoridianas, por penetración vaginal, apretando y frotando sus muslos. Desde el punto de vista fisiológico, no hay diferencias. Pero la experiencia subjetiva del orgasmo suele ser muy diferente, extremadamente variable e influida por la afectividad, el humor, las expectativas, el ambiente y otros condicionamientos.

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