PSICOLOGíA › LA EXPERIENCIA DE LAS EMPRESAS COMUNITARIAS

Grisines de la subjetividad

Por César Hasaki *
La fábrica Grissinopoli producía grisines, pan dulce y bizcochos de grasa; con cuarenta años, había llegado a tener más cincuenta trabajadores. Luego de una agonía que comenzó en 1998, los obreros se organizaron y realizaron una huelga, en junio del 2002, para reclamar, casi con vergüenza y temor, por sus diez meses sin cobrar salarios. Generaron una organización para frenar la extinción de la fábrica, fundida y vaciada por los capitalistas, y para sostener su propia existencia como obreros. Se trata de la acción fundacional de un grupo distinto: “El grupo sujeto, o que tiene vocación de serlo, se esfuerza en influir sobre su conducta” (Guattari, F., Psicoanálisis y transversalidad, Siglo XXI, 1976), y para ello se organiza la asamblea obrera como instrumento específico.
Esta organización incipiente tiene todavía modos de pensar y actuar sometidos: centra sus expectativas en la Justicia. Cuando esta ilusión se rompe, cuando la fábrica es entregada a otro grupo patronal, la asamblea comprende que la lucha pasa de la esfera judicial a la política.
Son jalones el primer festival organizado por las revistas Topía y La Maza, y la solicitada que lo acompaña. El 10 de agosto, una asamblea en defensa de la fábrica nuclea a distintas fuerzas del movimiento social. Pocos días después se hace la primera producción de grisines bajo control obrero, cuya venta se realiza solidariamente en asambleas. Se vinculan con la universidad, a través de los centros de estudiantes. Convierten la fábrica en un polo de convocatoria. Nace un nuevo espacio social, comunitario. Se produce una nueva realidad que lleva a los obreros a pedir la expropiación de la empresa a su favor.
Cuando los obreros toman la fábrica y la ponen a producir, ejercen la fuerza: “Con fuerza se asocia la idea de algo que está próximo y presente. Es más coercitiva e inmediata que el poder. (...) Cuando la fuerza dura más tiempo, se convierte en poder. Pero en el instante crítico, que llega de pronto, en el instante de la decisión y de lo irrevocable, es otra vez fuerza pura. El poder es más general y más vasto que la fuerza, contiene mucho más y no es tan dinámico. (...) Implica incluso una cierta medida de paciencia” (Canetti, E., Masa y Poder, Alianza/Muchnik, Madrid 1987).
Los obreros pasan del desvalimiento y el abandono, sentimientos primitivos, a la creación de un conjunto que intenta recuperar su potencia. Constituyen un nuevo grupo, una nueva comunidad que empieza, desde la acción, a reconocerse a sí misma como diferente. Se alejan del sometimiento y la culpa ante el poderoso. Son una potencia que se organiza para plantearse, para sí y para los demás, como la expresión de nuevas identidades colectivas que van produciendo realidades diferentes.

* Psicoanalista. Editor de la revista Topía. El texto forma parte del libro Produciendo realidad. Las empresas comunitarias que se presenta en el Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo desde hoy hasta el domingo.

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