PSICOLOGíA › FREUD DESCIFRA A SU HERMANO

“Mi gran colega”

 Por Alexander Freud *

A fines del siglo pasado, una obra del erudito profesor Sigmund Freud, cuyo título es La interpretación de los sueños, ha suscitado no poca atención en el mundo científico. En el tercer apartado de su ensayo, el Dr. Freud sostiene que “el sueño es un cumplimiento de un deseo”.

Estudiando de cerca esta hipótesis, gracias al material que se halla a mi disposición, pude comprender sin asomo de duda que la afirmación de mi gran colega debe considerarse por lo menos inexacta. A partir de numerosos sueños de mis amigos, así como de los míos propios, me fue posible constatar que el sueño sólo es satisfacción de aquellos deseos que no se cumplen en la vida de la vigilia. Por el contrario: los deseos satisfechos nunca se sueñan. Cuando en la realidad se cumple un deseo, entonces éste queda excluido de los pensamientos oníricos latentes. El novio feliz sueña con su novia hasta llegar al matrimonio, es decir hasta el cumplimiento de su deseo. En los sueños del marido no se repiten los sueños del novio; no, al menos, respecto de la misma persona.

Como lo expresa el Dr. Freud, y como se dijo antes, yo no tuve la posibilidad de elegir más que entre los sueños que no eran aptos para mi demostración y aquellos que yo mismo he soñado o han soñado personas cercanas a mí. No podía renunciar a una apreciación de los materiales mencionados en segundo lugar, aunque eso significaba no poder dejar de mencionar las intimidades de la vida familiar. Sólo me resta esperar que los lectores de este trabajo se hagan cargo de mi embarazosa situación y tengan consideración para conmigo; y, además, que todas las personas que se sientan aludidas en los sueños aquí publicados no le nieguen por lo menos a la vida onírica la libertad de pensamiento.

El método elegido por mí para interpretar los sueños es esencialmente diferente de aquel del Dr. Freud. No cabe ninguna duda de que el psicoanálisis, aun sorteando sus evidentes dificultades, no siempre conduce a los resultados buscados. Por ello, yo propuse tomar el camino inverso: en primer término construí la interpretación del sueño, de modo que los sueños mismos se tornen significativos y transparentes.

Sueño: llego a un vestíbulo en el que cuelgan innumerables abrigos. Allí encuentro sobre todo capas femeninas representadas (vertreten) en todas sus formas. No me atrevo a entrar a la sala a causa de un defecto en mi calzado que en el sueño me aparece muy evidente. El Dr. Königstein me tranquiliza diciendo que no se ve nada. Oculto astutamente el defecto, mientras digo en voz alta: “Mundus vult decipi” (“El mundo quiere ser engañado”).

Historia previa: el sueño se vincula con un hecho desagradable anterior. Sintiendo un dolor de cabeza, había ido, sin embargo, a visitar a mi hermano, pero por los abrigos que percibí en el vestíbulo supe que había otros invitados y me fui sin haber pasado (getreten) a la sala. Luego me echaron en cara, con razón, que los huéspedes podían haber creído que me había ido por su causa, lo que naturalmente no era el caso.

Análisis: el sueño me conduce a una situación similar. Llego al vestíbulo, veo que hay visitas y quiero entrar. Un defecto en mi calzado me detiene; entre los abrigos veo especialmente representadas (vertreten) capas femeninas. La palabra vertreten [re-presentadas; demasiado presentadas] se liga con el problema del calzado: “los zapatos están torcidos” (vertreten) [re-torcidos; muy usados = impresentables], es un giro muy común. ¿Es claro por qué el sueño ha elegido justamente esta falta de mi aspecto? Porque era entonces común decir que salía con una “bota” [“Stiefel”] para el que hablaba tonterías (alusión a un dicho vienés de la época: “einen Stiefel daherreden”, que significaba “hablar sin sentido”).

El Dr. Königstein me asegura: “No se ve nada”. El Dr. K. es un muy estimado amigo de la familia, especialmente de mi hermano Sigmund. Es oculista. Cuando dice: “No se ve nada” es porque realmente no se ve nada; por eso puedo irme tranquilo. Yo oculto astutamente el defecto y digo la frase latina. En estas palabras, junto con la aparición del Dr. Königstein, se efectúa la satisfacción del deseo. El sueño introduce al Dr. Königstein no sólo por su necesaria función de consuelo gracias a su autoridad en la materia, asegurando que nadie ve nada, sino que también –sin saberlo yo– él había sido una de las visitas de las que yo había escapado; es decir, yo había mostrado un defecto social. Ante él había logrado astutamente ocultar mi defecto. El mismo me aseguraba que no se veía nada más.

Yo proclamo: “Mundus vult decipi”. También aquí el sueño es multifacético. Mediante el ocultamiento del defecto engañé al mundo. ¡Pero no sólo eso! Aquí encontramos una fase infantil: Mi hermano mayor Sigmund, mencionado antes, era llamado en su juventud, según mi recuerdo, “Mundi”. De aquí sale lo de “Mundus”. La escena se traslada así a la casa de mi hermano, en la que en aquella ocasión yo me había mostrado con un “defecto social”, conduciéndome como un niño; es decir, conduciéndome como en la época en que mi hermano era llamado “Mundi”.

* Texto incluido en Soñar con Freud. La interpretación de los sueños y la historia del movimiento psicoanalítico.

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