PSICOLOGíA › PSICóPATAS EN LA ESPECULACIóN FINANCIERA

No cualquiera es buitre

 Por Kevin Dutton *

Don Novick fue corredor de Bolsa durante dieciséis años y no perdió ni un solo penique en ninguno de ellos. También es un psicópata. Hoy en día, retirado (aunque sólo tiene cuarenta y seis años), vive tranquilamente en los Highlands escoceses, añadiendo adquisiciones a su bodega de vinos y coleccionando relojes antiguos. Llamo psicópata a Don porque así es como se llama él a sí mismo. Al menos lo hizo cuando lo conocí. Para asegurarme, decidí hacerle algunas pruebas y los resultados fueron positivos. Sentado en uno de los salones de su recoleto castillo, le hago a Don la pregunta, literalmente, del millón: ¿qué es lo que hace que un broker tenga éxito? No me interesa la diferencia entre el broker bueno y el malo, señalo. Más bien la diferencia entre el bueno y el buenísimo. Aunque no me da nombres, no duda en responder la pregunta desde un punto de vista cualitativo, analítico.

–Yo diría que una de las mayores diferencias, en lo que respecta a distinguir a los brokers realmente buenos, es el aspecto que tienen cuando la jornada está a punto de acabar, cuando ha terminado la acción y se disponen a cerrar las operaciones hasta el día siguiente –me dice–. La Bolsa es una profesión que, si eres mínimamente vulnerable, puede destruirte por completo. Yo he visto a corredores de Bolsa llorar y vomitar al final de una sesión muy dura. La presión, el entorno, la gente... son brutales. Pero lo que ves en los chicos que están arriba de todo es que, al final del día, cuando salen por la puerta, no te das ni cuenta. No puedes saber, mirándolos, si han ganado mil millones o si toda su cartera acaba de irse al traste. Y de eso se trata, en resumidas cuentas. Ahí reside el principio fundamental para ser un buen broker. Cuando estás trabajando, no puedes permitir que ningún miembro del comité ejecutivo emocional de tu cerebro empiece a aporrear la puerta de la sala donde se toman las decisiones y mucho menos que se siente a la mesa. Despiadadamente, sin remordimientos, sin cesar, hay que seguir en el presente. No se puede dejar que lo que ocurrió ayer afecte lo que está ocurriendo hoy. Si lo haces, te hundes al momento. Si eres propenso a las resacas emocionales, no vas a durar ni dos segundos.

–Un asesino profesional –continuó Don– probablemente no tiene sentimiento alguno después de matar a alguien. Es muy posible que el remordimiento o el pesar no aparezcan en ningún momento. Lo mismo ocurre con los brokers. Cuando un broker completa una operación, lo llama “ejecución”. Y en cuanto se ha ejecutado una operación, los brokers realmente buenos, esos tipos que a usted le interesan, no sentirán ningún tipo de reparo dejándola atrás, ni se preguntarán el porqué ni el cómo, los pro y los contra, si está bien o está mal. Y es completamente irrelevante cómo se ha llevado a cabo la operación; si han hecho un par de miles de millones o si la cosa no dio buen resultado. Salir de una operación es una decisión fría y clínica, que no conlleva emoción alguna ni efectos secundarios psicológicos cualesquiera. Creo que la idea de matar profesionalmente, ya sea en el mercado o en cualquier otro lugar, exige una cierta habilidad para crear comportamientos, para centrarse en el trabajo que uno tiene entre manos. Y cuando ese trabajo ha concluido, apartarse y olvidar por completo lo que acaba de ocurrir.

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