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Por P. L.

Según el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, los “criterios mayores” para diagnosticar síndrome de fatiga crónica (SFC) son: “presencia de fatiga crónica severa durante seis meses o más” y “reducción del 50 por ciento del rendimiento habitual, tanto físico como intelectual”. A estos dos deben sumarse cuatro o más de los siguientes síntomas: “falta de concentración y pérdida de la memoria inmediata”; “dolor de garganta”; “inflamación de los nódulos linfáticos”; “dolores musculares”; “dolores articulares sin hinchazón ni enrojecimientos”; “cefaleas de un nuevo tipo de patrón o severidad”; “trastornos del sueño”; “malestar durante más de 24 horas después de un esfuerzo”.
Pero estas condiciones no bastan para el diagnóstico porque “hay gran número de enfermedades que pueden causar fatiga”, como “hipertiroidismo, narcolepsia y apnea del sueño, desórdenes depresivos mayores, mononucleosis crónica, esquizofrenia, desórdenes de la alimentación, cáncer, enfermedades autoinmunes, infecciones subagudas, obesidad, alcoholismo y abuso de sustancias”. Cualquiera de estas condiciones “excluiría un diagnóstico de SFC, a menos que la condición haya sido suficientemente tratada y no explique mayormente la fatiga y otros síntomas”, advierte el CDC.
Se desconocen las causas del SFC, que también se ha registrado en niños y adolescentes. Según un trabajo de K. Jordan y D. Landis (Universidad DePaul, Chicago, Estados Unidos), “los tres motivos de consulta más comunes son cefaleas, alteraciones del sueño y dificultades cognitivas. Los padres y el médico pueden confundir fatiga con pereza, fobia escolar, simulación y ansiedad”.