SOCIEDAD

Una gran aldea donde todos se conocen

Por J. A.

Corrientes es el centro político de la provincia, una ciudad que hace apenas 30 años, con la construcción del puente General Manuel Belgrano, salió de un aislamiento geográfico de cuatro siglos que había derivado en un aislamiento mental.

Después de la última dictadura militar, pasaron 20 años para que los partidos nacionales llegaran al gobierno provincial. En las elecciones del año pasado, por primera vez fue electo en la capital correntina un intendente de una de las fuerzas nacionales (UCR).

Durante más de 150 años, hombres y mujeres de ideas conservadoras, que en esta provincia trascienden las identidades políticas y forman una verdadera casta, gobernaron Corrientes. Los jóvenes supuestamente involucrados en la muerte de Ariel Malvino pertenecen a esas familias.

En la actualidad Corrientes es una “gran aldea” donde casi todos se conocen. Desde febrero hasta mediados de diciembre se convierte en una ciudad universitaria. Los jóvenes de todas la provincias del noreste (Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa) convergen en la noche. Están juntos, comparten espacios de diversión, pero no se mezclan.

Los jóvenes patricios no acuden a los mismos lugares que el resto de los mortales. Y si van, es en busca de alguna chica, pero nada más. El sábado a la noche hay que salir a mostrar la novia –también de doble apellido– en los pubs de moda y, en invierno, el domingo a la siesta hay que sentarse en la baranda de la costanera con el auto último modelo o la camioneta 4x4 que papá tiene para ir al campo.

El resto, los excluidos, los de un solo apellido, los critican por sus actitudes, dicen detestarlos, pero los observan, buscan asemejarse y mueren por ingresar a ese selecto círculo social. Ese deseo oculto, y no tanto, ocurre principalmente en los adolescentes y jóvenes. Ahí está la competencia por ingresar a determinados colegios, la práctica de algún deporte como el rugby o, en esta época del año, poder deslumbrar en determinada comparsa del carnaval correntino.

No es más que una forma de vida enquistada en gran parte de Corrientes y transmitida de generación en generación; resabios de una cultura feudal que recibió recién en el ’99, después de un siglo y medio de estar en plena vigencia, un duro golpe que la hizo tambalear y aún hoy intenta mantenerse en pie.

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