SOCIEDAD › LEON ARSLANIAN

“Hay policías que no pueden estar en la fuerza”

En una entrevista exclusiva, el ministro de Seguridad bonaerense hace un balance de la reforma policial tras dos años en el cargo.

Por H. C.

“A esta policía le cambiamos todo. Le cambiamos el nombre, le cambiamos la organización, le cambiamos la academia, los escalafones, los grados. Le cambiamos todo. Lo que más cuesta es cambiar la cultura.” Durante una entrevista exclusiva ofrecida a Página/12, el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, definió las claves de su gestión después de haber reiniciado el proceso de la Reforma de la Bonaerense. Habló del descenso de la curva del delito, de los mecanismos de control comunal, de la descentralización, el reordenamiento funcional y los nuevos escalafones, habló de la Academia policial. También de los exonerados, de la ley de emergencia policial, de los medios, del último mohicano (Osvaldo Seisdedos), y del control comunitario. “Uno de los graves problemas que tiene la fuerza –dijo– es que tiene policías en disponibilidad, sin destino, en su casa y cobrando el sueldo.”

“Esta gestión tiene una línea de continuidad con el inicio de la Reforma en el ’98, ’99, cuando se señalaron los grandes ejes. Ahora avanzamos mucho y produjimos resultados que no tuvimos tiempo de realizar en la otra gestión”, sostuvo Arslanian.

–¿Cuáles son esos ejes?

–Un modelo de organización nuevo, un modelo de despliegue nuevo...

–¿A qué se refiere con despliegue?

–Territorial, despliegue territorial que se expresa en la descentralización; el reemplazo del modelo de organización policial prusiano militarizado por un modelo civil...

–¿Funciona como una fuerza civil?

–Es civil, lo dice la ley.

–Me refiero a la práctica cotidiana, si está militarizada o no.

–Sí. Es una fuerza civil, que utiliza eventualmente la fuerza, y que está judicialmente controlada. Es civil, primero por la naturaleza de la función, que es proteger bienes y personas; segundo, porque el destinatario inmediato de la función es la comunidad, y porque por la formación tiene que ser totalmente distinta a la militar.

–Volviendo a los ejes...

–Claro, otro de los ejes de la Reforma es una reorganización del recurso humano, otra carrera, hacer un solo escalafón para lo que es comando, oficiales y suboficiales fusionados. La división es anacrónica y se basaba en que los suboficiales tenían apenas estudio primario. Ya hay un solo escalafón. Tenemos treinta mil policías que no habían pasado por la escuela secundaria y que ya están cursando. Ahora, los que entran tienen que tener el secundario completo. Esto elevó mucho el nivel general. La gente percibe esto. Los policías jóvenes son otra cosa. También privilegiamos las carreras. La de investigaciones, la de seguridad, la científica, la de siniestralidad. Y cada carrera tiene su Academia que también fue descentralizada. Esto implica que no solamente se pueda estudiar en la Vucetich o en la Rosendo Matías sino también en Bahía Blanca, en Mar del Plata.

–La Policía II es una marca de la Reforma, ¿por qué está aplicada nada más que en Avellaneda y San Martín? ¿Hay roces con la vieja policía? ¿Se interponen las jurisdicciones?

–Estamos por inaugurar este año nuevas estaciones de la Policía II, en La Matanza y en Morón. Después seguimos con Zona Norte. Es una fuerza de articulación doble, con las fuerzas federales y con la Policía I, y que tiene su propia jurisdicción, por municipio, aunque en algunos lados como en La Matanza, habrá dos por la extensión. La de Avellaneda abastece a Lanús; la de San Martín, a Tres de Febrero.

–Pero San Martín es inmenso...

–Sí, sí... Pero cuatrocientos hombres como tiene San Martín puestos a trabajar en la calle borran la idea de la burocracia de la comisaría, puestos a trabajar en patrullaje continuo es una fuerza formidable que refuerza la acción de la I.

–Pero si se produce un delito, ¿no se cruzan los cables?

–No. La II toma intervención, aprehende a la persona, preserva la escena del crimen, recoge los primeros testimonios y entrega al preso en la comisaría.

–¿Llevan armas?

–Claro, y tienen un elevado grado de entrenamiento.

–¿Las estadísticas del delito en la provincia bajan o suben?

–La estadística blanca, homicidio, robo automotor, robo con armas, secuestro, bajó sustancialmente. Pero con la seguridad pasa algo muy especial. Para la percepción popular la demanda de seguridad siempre va a estar insatisfecha, por más que mejoren las cosas. Si llueve ochocientos milímetros vamos a decir “qué barbaridad, esto es una inundación”, si llueve cuatrocientos, vamos a decir “llueve a baldes”. Si llueve doscientos vamos a decir “cómo llueve”. Pero lo que más me preocupa es el proceso profundo de reforma y cambio institucional, y en ese aspecto creo que en dos años mejor no podíamos estar. Yo creo que a esta policía le cambiamos todo: le cambiamos el nombre, la organización, la Academia, los escalafones, los grados, todo. Lo que más cuesta es cambiar la cultura.

–La cultura es según los hombres. Digo porque tiene que hacer uso de los hombres que tiene a disposición de la Bonaerense. Por ejemplo, el actual jefe, Daniel Rago, que estuvo muy cuestionado en su momento.

–Los que fueron cuestionados trato de echarlos a todos. Con los que no fueron cuestionados trato de hacer un trabajo muy intenso consistente en cambiar la cultura institucional.

–No fue en su gestión pero Rago, que había sido designado como jefe de la Brigada Antisecuestros, fue muy cuestionado por los organismos de derechos humanos.

–Rago fue víctima de una intriga policial, el propio Cafiero luego lo reivindicó, fue muy buen jefe policial en Mercedes y en Mar del Plata. Fue víctima de una intriga policial, se lo vinculó con Ribelli con el que estaba vinculado su hermano y fue utilizado en la interna policial para sacarlo del medio. Lo reivindicó Cafiero en su momento y yo dándole la misión jerárquica que tiene ahora, si no, no estaría donde está.

–¿Por qué dio de baja a (Osvaldo) Seisdedos?

–Bueno, ha sido un muy buen policía promovido por nosotros y designado en la Dirección de Investigaciones, que desempeñó muy bien su rol, pero que llegó al límite de su antigüedad y ha salido de la institución con la jubilación correspondiente y con todo en orden.

–Vayamos a un tema álgido: los presos en comisarías.

–Es una situación crítica que no he podido resolver. Los presos que están en las comisarías no son presos nuestros, son del Servicio Penitenciario. Hemos hecho esfuerzos extraordinarios por resolver el problema; el gobernador ha hecho esfuerzos extraordinarios para resolver el problema, tiene un plan de construcción de cárceles para paliar el problema; le propuse al gobernador una reforma en la ley excarcelatoria. Prohibimos por ley recibir presos en comisarías provenientes de cárceles, porque los jueces permanentemente derivaban presos. Prohibí por resolución que haya más menores en comisarías.

–¿Cuántos hay ahora?

–¿Adultos?

–No, menores.

–No, no hay.

–¿Y presos del Servicio Penitenciario?

–Cuando inicié esta gestión, en comisaría había 5800. A la fecha son 4700, el cupo real es de 2400 y hay 2100 que tienen orden judicial de traslado a cárcel, pero que el Servicio Penitenciario no los quiere recibir porque puso un cupo y de ahí no recibe más.

–¿Cómo es su relación con el ministro de Justicia, Eduardo Di Rocco?

–Buena, el problema es que el ministerio haya sido desdoblado en Seguridad y en Justicia. Si todo estuviera bajo la misma dirección sería más fácil resolverlo.

–Otro tema conflictivo es el de los foros.

–Es el gran eje de la participación comunitaria. La seguridad no es sólo un problema policial sino un problema de criminalización de la pobreza. Desde la agencia policial hay temas que no podemos combatir ni corregir, que necesitan una mirada distinta, un trabajo de los diferentes organismos del Estado en forma conjunta. Por supuesto hay una participación comunitaria activa para ejercer un control efectivo sobre el funcionamiento policial, un trabajo diagnóstico y de proposición de la comunidad de cómo resolver ciertos problemas. La comunidad tiene el conocimiento para confeccionar el mapa vecinal del delito. Los vecinos nos van marcando las zonas del delito, las zonas rojas, la necesidad de apertura de pasos a nivel para que las vías no dividan zonas, puesta de luminarias; el esquema de descentralización tiene dos ejes: la Policía Comunal, y para el conurbano la Distrital. Al intendente le delegamos la función operativa de la Comunal.

–¿Y cómo funciona eso cuando el intendente es de la oposición?

–Lo que tratamos de definir es una policía de Estado y no de régimen, la policía no depende del intendente para hacer trabajo político, depende operativamente para custodiar los bienes y las personas. Se puede hacer en el interior porque la comunidad vive en el lugar y tiene un fuerte control social sobre la policía.

–¿Y por qué no en el conurbano?

–Es irrealizable por la complejidad que tiene el conurbano, porque tiene una conflictividad extraordinariamente grave, porque la fuerza policial es muy extensa y no hay posibilidad de ese control.

–Va a tener comisarios electos por los vecinos...

–Sí, a partir de 2007. Va a poder ser un civil, o un policía, que cumpla con ciertos requisitos que exige la ley. Despegamos la elección policial de la general para que no tenga nada que ver, para que no se contamine.

–¿Sigue con la ley de emergencia policial?

–Sigue vigente y la voy a usar al máximo, porque para Reforma es un instrumento valiosísimo. Hay policías que no pueden estar en la fuerza por distintos tipos de razones. Uno de los graves problemas que tiene la fuerza es que tiene policías en disponibilidad y sin destino, en su casa cobrando sueldo hace dos o tres años, y esa gente no tiene destino porque no es apta. Hay que ir depurando toda esa gente.

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Imagen: Rafael Yohai
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