SOCIEDAD › LA CONCENTRACION DE TIERRAS

Modelo misionero

 Por Darío Aranda

La historia de concentración de tierras de Misiones comienza cuando ni siquiera era provincia: en 1881 aún era el “territorio nacional” de Misiones y, ese año, su superficie fue repartida entre 30 familias. Entre fines del siglo XIX y principios del XX, el Estado impulsó la colonización del sur y centro de la provincia. El norte, bordeando el recorrido de la actual Ruta Nacional 12 y donde ahora se ubica Alto Paraná, el asentamiento de colonos fue impulsado por el sector privado, que necesitaba mano de obra para sus campos. Durante gran parte del siglo pasado, Misiones creció al abrigo de la actividad agropecuaria: yerba mate, té y tabaco. Había grandes plantaciones y se trabaja para un patrón, pero también subsistía el pequeño colono que, una vez cosechado, comercializaba su producción.

Esa historia comenzó a cambiar hace tres décadas, y por dos factores: la desregulación en la producción (por ejemplo con la yerba, las grandes empresas fijaron precios tan bajos que los colonos no podían subsistir, perdieron sus chacras y emigraron a los cordones urbanos) y, por otro lado, la provincia cambió el perfil productivo: dejó de lado la actividad agropecuaria e impulsó –con leyes blandas, desgravación impositiva y subsidios generosos– los negocios forestales: además de Alto Paraná, funciona Celulosa Puerto Piray y Papel Misionero. Todas igual de cuestionadas por su rol respecto del medio ambiente, las condiciones laborales y el desalojo de campesinos e indígenas.

Una muestra de los beneficios del sector: según el relevamiento del ingeniero forestal Valentín Kutz, publicado el 28 de agosto de 2006 en El informativo Foresto Ganadero de Misiones, al sector privado forestal invierte por hectárea 1870 pesos (incluye todos los gastos de producción, desde la siembra hasta que el árbol está cortado arriba del camión, pasando por todas las etapas intermedias). Pero esos 1870 pesos de “inversión” no corren por cuenta de las empresas. La generosa Ley Nacional 25.080, de “Promoción Forestal”, les paga a las compañías, por cada hectárea sembrada de pino, 1140 pesos, más los gastos de raleo y poda. “La mayor parte del gasto los recuperan gracias a la plata del Estado. Todos nosotros, a través de los gobiernos, le pagamos a la corporación maderera para que haga un negocio redondo. Además de financiar la destrucción del medio ambiente de Misiones”, explican desde el Foro de la Tierra, un colectivo de decenas de organizaciones sociales y campesinas que trabajan por otro sistema productivo.

El último Censo Nacional Agropecuario confirma esa concentración: en la provincia existen 27.000 “explotaciones agropecuarias”. Sólo 161 de ellas (el 0,6 por ciento del total) poseen el 44 por ciento de la tierra de Misiones (917.000 hectáreas). El mismo estudio afirma que, en la última década y en la zona de Alto Paraná, descendió un 27 por ciento la cantidad de pequeñas chacras. “Con su lógica de maximización del beneficio en el menor plazo posible, el sector forestal no respeta las normas de preservación, produce despoblación de las zonas y exterminio de gran parte de los recursos naturales”, afirman desde el Foro de la Tierra.

Ilustrativo es el caso de la Papelera Alto Paraná: es propietaria del diez por ciento del suelo provincial, 233 mil hectáreas. En el municipio de Puerto Piray, es dueña del 62,5 por ciento de la tierra.

El Instituto de Desarrollo Social y Promoción Humana, integrante del Foro, resume la situación: “En los últimos años la política general tuvo un hilo conductor: transformar a Misiones en una provincia forestal, turística y energética, pensando fundamentalmente hacia afuera y apoyando los negocios de grandes inversiones privadas. La pequeña y mediana producción quedó librada a ‘la mano invisible del mercado’”.

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