SOCIEDAD › LA CONTAMINACION INDUSTRIAL

“Vivimos por ahora”

 Por Darío Aranda

Además de los motosierristas, también tiene su pesar el “fumigador”, que sufre quizá la tarea más insalubre: se interna en el monte con una mochila de 30 kilos en su espalda y un rociador en la mano. Desde lo más alto que pueda su cuerpo (no menos de 2,3 metros) debe rociar con Round Up, Errasin y Arsenal (herbicidas altamente tóxicos) todas las malezas. El objetivo es acabar con todos los vegetales que rodean los pinos. Y los venenos son altamente efectivos. “Cuando hay viento, lo rociado cae sobre nuestras cabezas. Cuando llueve, ni le cuento: a las dos de la tarde ya estamos con dolor de cabeza y a veces con vómitos”, confiesa Carlos López, que tiene manchas en la cara y las manos literalmente peladas gracias al moderno químico. Por jornadas de hasta doce horas, jamás superan los 40 pesos diarios.

Poco conocen de “esa papelera de Uruguay con Entre Ríos que tanto hablan en Buenos Aires” y menos escucharon sobre los argumentos ambientales para su rechazo, pero sí saben de la contaminación de Puerto Esperanza:

–Antes crecían lindos frutales. Hoy no sale nada, todo chico, agrio y manchado.

–Nosotros fumigamos con veneno. Cuando llueve va todo al arroyo. Y de ahí tomamos nuestra agua. Nos envenenamos nosotros mismos.

–Mire, usted, la chapa nueva de los techos. Toda oxidada, no duran nada. Dicen que eso es por el humo blanco, con olor a podrido, que largan las chimeneas. Eso dicen. Imagine lo que nos debe hacer a nosotros.

–Donde fumigamos no hay ni pájaros ni nada. Todos los animales mueren. Nosotros vivimos... por ahora.

Héctor Careaga pertenece al Sindicato de Papeleros. Es nacido y criado en la zona de Alta Paraná. “La empresa creció mucho y trajo nueva tecnología, como también creció la contaminación, la tierra y el agua está toda contaminada”, asegura. La ONG Guayubira, de Uruguay, y el Grupo Ecologista Cuñá Pirú, de Misiones, coinciden: acusan a Alto Paraná de ser causante de los dolores de cabeza, alergias, enfermedades respiratorias, problemas en la piel, olores nauseabundos, desmontes masivos y contaminación de arroyos y el río Paraná.

Otro conflicto lo da el monocultivo. Las empresas desmontan, topadoras y químicos mediante, miles de hectáreas de selva nativa y la siembran con pino. A esas nuevas plantaciones, Alto Paraná las denomina “bosques”, pero desde el Foro de la Tierra aclaran: “Bosque es lo que había antes de que arrasaran con el monte misionero, la gran variedad de especies nativas que subsistieron en estas tierras por siglos”. Es que el pino no es autóctono de Misiones, como sí lo es de Canadá o Finlandia, pero en la zona de tierra colorada crece hasta tres veces más rápido, abaratando tiempos y costos.

Papelera Alto Paraná SA es, según su publicidad, “la mayor empresa forestal de Argentina”. Cuenta en Misiones con una planta de pasta celulósica, dos aserraderos, una planta de remanufactura y una fábrica de tableros. Y se ufana de operar con “los estándares más altos del mundo en cuanto a calidad, protección del medio ambiente y seguridad y salud ocupacional”. Fue creada en 1976 y adquirida en diciembre de 1996 por Arauco (una de las mayores empresas forestales de América latina), de origen chileno que opera en 50 países.

Justamente en Chile, la empresa cuenta con once aserraderos y cuatro plantas de pasta celulosa. Justamente en Chile, las denuncias se repiten: el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) acusa a Arauco de “destruir el medio ambiente y generar graves riesgos para la salud de la población”. Además, los militantes ambientales chilenos enarbolan un estudio de la Universidad Austral de Valdivia (sur de Chile), que responsabiliza a la empresa de la destrucción del ecosistema.

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