SOCIEDAD › EL RIESGO DEL BARCO PONE EN SERIO PELIGRO LA CAMPAÑA ANTARTICA

Un rompehielos con 30 años de historia

Casi 30 años transcurrieron desde el momento en que el rompehielos “Almirante Irízar” emprendiera su primera expedición por el continente blanco. En tiempos de guerra, el buque se convirtió en hospital de los soldados heridos que combatieron en las islas Malvinas. En tiempos de paz, las campañas en la Antártida y las operaciones en busca de buques atrapados en el hielo le valieron su reconocimiento. El temor y la consternación de que la nave no pueda volver a zarpar invadieron ayer a la comunidad militar y científica, que veía con impotencia cómo las llamas se extendían sin piedad.

El “Irízar” nació en 1975 en Finlandia. Fue producto de un acuerdo entre el director nacional del Antártico y el astillero Oy Wärtisala, Helsinki. Su nombre fue elegido en homenaje a Julián Irízar, un oficial de la Armada Argentina que encabezó en 1903 el rescate de una expedición científica sueca atrapada en el Polo Sur.

Recién en 1978, durante la dictadura militar, la Armada le dio su primera tarea en las aguas marítimas: realizar viajes de relevo de las tropas y científicos argentinos y del exterior en la Antártida. Años después, iniciado el conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña, el buque funcionó como el hospital donde los soldados eran atendidos por las heridas de la guerra. Por esta tarea, los tripulantes de entonces recibieron la medalla por “Operaciones de Combate”.

Una de las travesías más conocidas del “Irízar” ocurrió en 2002, cuando emprendió la “Operación Cruz del Sur”. El objetivo era liberar al buque alemán “Magdalena Oldendorff”, que había quedado incrustado en el hielo antártico. Llevaba más de cien científicos europeos. Luego de 53 días de viaje, la tripulación logró remolcar a la nave a una zona protegida. El último de sus viajes se registró en febrero de este año, cuando un buque noruego encallado en la isla Decepción derramó combustible en el mar. Un equipo de científicos se trasladó en el “Irízar” hasta la zona afectada para intentar disminuir el alcance de la contaminación.

El rompehielos de 121,3 metros de eslora realizó durante estos años las emblemáticas campañas para relevar personal y abastecer las bases argentinas en la Antártida. Su capacidad para navegar en forma continua en campos de hielo de hasta un metro de espesor y romper bloques de más de cinco le permitieron en estos años cumplir todas sus hazañas. En el momento en que se inició el incendio en la nave, la tripulación regresaba del viaje de reaprovisionamiento de las bases Esperanza, Decepción, Marambio, Belgrano II y Matienzo, entre otras.

La misión científica y de salvamento del “Irízar” ahora está en peligro. La comunidad científica siguió ayer, con preocupación, las tareas de auxilio de la nave. Las llamas pueden afectar “altamente” el programa antártico argentino. Daniel Leguizamón, experto de la Secretaría de Asuntos Circumpolares y Antárticos de Tierra del Fuego, aseguró que el incendio significó “un golpe terrible para el liderazgo” del país en materia antártica y además entendió que una destrucción total del “Irízar” “neutraliza en gran parte” la continuidad de la campaña.

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En 2002, el “Irízar” rescató del hielo a un buque científico alemán.
Imagen: Télam
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