SOCIEDAD › UNA ASAMBLEA EN EL ROSEDAL

Debate en la parada

 Por Emilio Ruchansky

Por un momento, casi media hora, la zona roja de Palermo quedó completamente vacía. Fue cerca de la medianoche. Algunas chicas dejaron su parada vestidas de estricto baby doll, otras desviaron el taxi que las llevaba al Rosedal, las más afortunadas convencieron a su chongo para que las acercara. Tenían una asamblea para desmenuzar la Ley de Identidad de Género que se presentaría en sociedad al día siguiente. La diputada socialista Silvia Augsburger, autora del proyecto, estaba primera en la lista de oradores. La escucharon casi cien chicas, acurrucadas por la brisa fresca y cercadas por los potenciales clientes que esperaban en sus autos.

La asamblea se inició con unas breves palabras de María Rachid, presidenta de la Falgbt, quien explicó que la ley “sirve para acceder a los cambios de sexo y de nombre en el documento, sin necesidad de hacer un trámite judicial, con un simple trámite administrativo”. Los detalles estuvieron a cargo de Augsburger: “El proyecto incluye la creación de una oficina para llevar propuestas y reclamos como los problemas de salud y de discriminación que suceden en la vida cotidiana, por ejemplo”. Claudia Pía Baudracco, líder de la Asociación Travesti Transgénero Transexual (ATTTA), fue quien aclaró que para acceder al cambio no hacía falta estar operada de los genitales.

Un chico de Buenos Aires Sida, que había caído temprano con una bolsa llena de tiras de preservativos para repartir, preguntó qué pasaba con las extranjeras. La diputada explicó que la ley establece un cambio en la partida de nacimiento, “pero cuando esa persona es extranjera, esa partida no está en el registro civil argentino, nosotros solamente podemos hacer leyes para nuestro país”. El chico de Buenos Aires Sida miró a su alrededor y arengó: “Sepan que no están locas por impulsarlo porque esto existe en otro países. Pero hay que empezar, si no empezamos, nunca vamos a llegar”. “¿Incluye a las menores?”, preguntó enseguida una de las chicas. “Están contempladas” respondió Augsburger.

Una de las chicas, que venía rabiando desde el principio de la asamblea, alzó su voz para advertir: “Soy la que piensa distinto siempre. Discúlpenme, pero para mí todo esto es una boludez. Por más que tenga el nombre que quiero en mi documento, muchos me van a seguir diciendo Rambo. Nos discriminan cuando nos ven, no cuando nos piden el documento”. Se le vinieron todas las voces encima. “La ley es una realidad –le contestó Baudracco–, si yo tengo un accidente y me internan en un hospital, cómo vas a hacer para ayudarme. ¿Vos conocés el nombre que figura en mi documento?”. María Rachid insistió: “No es la solución a todos los problemas, pero es una forma de evitar los obstáculos que tenemos para acceder a nuestros derechos”. La discusión concluyó con la frase de una de las chicas más viejas de la parada: “Abre un montón de puertas, se nota que estamos avanzando en algo”.

La ley podría tratarse recién el año que viene, por lo que se pidió colaboración para generar consenso y conciencia en la sociedad. “Les propongo que hagamos como que acá todas y todos somos diputadas y diputados del Congreso de la Nación. Hagamos una votación simbólica por la ley de identidad para las personas trans”, propuso Rachid. La ley fue aprobada a mano alzada, en medio de gritos y seguida de aplausos. Muchas se abrazaron, otras relojearon los autos. “No le hacen mal a nadie”, le dijo a Página/12 uno de los seis muchachos que miraban la escena desde un coche, “tienen corazón de baby doll”.

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