SOCIEDAD › LA NUEVA VIDA DE LOS TOBAS EN LA TRAMA URBANA

De El Impenetrable a Ciudad Oculta

 Por Nacho Levy

De las limitaciones que llegaron al Impenetrable con la deforestación y los alambrados nació la decisión de Maxe de viajar hasta Ciudad Oculta, en Mataderos, hace ya 18 años. Sin demasiadas palabras, se volvió dirigente de la congregación qom que gestó la mudanza a Derqui y de la cooperativa que, con el apoyo de la asociación civil Madre Tierra, construyó cada una de las casas. Cambió su paisaje, pero no su cultura, ni sus recuerdos. “He visto a varios hermanos, entre ellos mi tío, morir asesinado a sangre fría por la bala de algún cazador en El Impenetrable. Y el chamán, así como puede hallar objetos perdidos, determina culpables de manera espiritual, pero ante los jueces blancos a veces ni hacemos la denuncia, porque hay que viajar y nadie se hace cargo en la frontera provincial”.

Asentadas en La Plata, Pacheco, Monte Grande, Monte Chingolo, Bernal, La Cava, Fuerte Apache y Berisso, subsisten otras comunidades qom, que articulan entre sí la organización de fiestas tradicionales y el apoyo al Chaco, mientras pelean por una integración, “que integre de verdad, sin pretender cambiarnos”, remarca Clemente.

Una gran virgen blanca, de unos dos metros, custodia desde enfrente a la comunidad de Derqui, que posee como parque de recepción una gran cancha de fútbol con arcos de madera, de espaldas a una pared del salón comunitario, pintada para invitar: “Bienvenidos a la comunidad qom, más conocidos como los tobas”. Hasta hace algo más de dos años, funcionaba ahí un merendero, con el padrinazgo de una fundación que ya no existe, pero según Clemente, “sería necesario que volviera a funcionar, para los chicos y los discapacitados. Aunque sufrimos ahí siete asaltos, jamás tomamos un arma, porque es muy difícil combatir la violencia con violencia. Eso me lo enseñó mi abuelita, que falleció a los 112 años”. La abuela de Maxe no tuvo la misma suerte. Murió a los 110.

Junto a las artesanías de arcilla, la fabricación de instrumentos musicales, la cestería y el telar protagonizan la fuerza del trabajo comunitario, y también hay vecinos capacitados en tareas de pintura o albañilería, pero Maxe garantiza que “al no tener número de chapa, parece que no existiéramos, como pasa en el Chaco, aunque allá es peor, porque los niños mueren desnutridos”. Desde Derqui, también viajó Clemente en diciembre a Pampa del Indio, “para llevar semillas, pero hace falta más ayuda, porque nuestro pueblo está muriendo. Y aun así, mientras tengamos arte, cultura e idioma, estaremos de pie, para recuperar nuestro territorio, porque como decía mi abuela, quien deja su tierra, no puede sentirse indígena en un ciento por ciento. Yo estoy acá, mientras otros hombres andan con motosierras por nuestros bosques, tirando abajo en diez minutos los troncos que han crecido en 500 años”.

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El salón comunitario de los qom.
Imagen: Guadalupe Lombardo
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