Primero capturaron a su hijo. Un grupo de personas le cruzó el auto cuando él volvía en el suyo. A punta de pistola, lo obligaron a guiarlos hasta su casa, a sólo diez cuadras del cruce. Allí, en un intento por ingresar a la casa, hirieron al padre, que ahora se encuentra internado en terapia intensiva, con un impacto de bala en la espalda y otro en el pie.

El hecho ocurrió en la ciudad bonaerense de Temperley, ayer a primeras horas de la madrugada, cuando Ignacio, el hijo del escribano herido Daniel Baloni, un joven de 25 años, volvía de un entrenamiento de rugby y se dirigía a su casa, cuando fue interceptado por un auto, a unas diez cuadras de su domicilio. Del vehículo bajaron delincuentes que le robaron efectos personales, lo golpearon en el rostro y lo obligaron a que les indicara adónde vivía.

Lo metieron en el baúl del auto hasta unos pocos metros antes de llegar a la vivienda, para que volviera a hacerse cargo del volante y así poder ingresar sin despertar sospechas de la familia, los vecinos y el guardia de una garita cercana. Cuando su padre entreabrió la puerta el delincuente intentó entrar. El hombre se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y empujó para cerrar, pero la mano con el arma quedó en la abertura. El delincuente disparó y lo hirió en la espalda y en el muslo. El escribano fue internado en una clínica de la localidad, en terapia intensiva. Su esposa, Marcela, añadió que pese a los balazos su marido “está fuera de peligro” y que los delincuentes huyeron en el auto de su hijo, “a los tiros, para evitar ser perseguidos”.

Fue Ignacio quien dio los primeros auxilios a su padre. Relató que, rodeado y obligado por los delincuentes, “toqué timbre y (a su padre) le pareció raro que volviera de entrenar tan tarde y que tocara el timbre. Pero cuando se abrió la puerta, el delincuente “disparó” el arma, hiriendo a su papá.