SOCIEDAD › EL TESTIMONIO DE LA DENUNCIANTE

“Un huracán de sentimientos”

 Por Mariana Carbajal

Dejó de dar clases en la Facultad de Ciencias de la Educación. También puso un freno a su tesis doctoral. Le cambió el humor: está irascible, por momentos enojada; por momentos, angustiada. Le cuesta dormir y a veces tiene miedo de salir a la calle. Así describió A. R. a Página/12 los cambios que experimentó en su vida después del abuso sexual que –según denunció– sufrió en el consultorio de uno de los ginecólogos más conocidos de la ciudad de Neuquén, con quien se atendía desde hace 13 años.

La joven tiene 27 años pero aparenta bastantes menos. Tiene los cabellos oscuros, lacios, muy largos, la nariz respingada, el cuerpo delgado. Habla con seguridad. La charla con Página/12 transcurre en un café de la ciudad de Neuquén, donde ella vive. Es profesora en la Universidad Nacional del Comahue, pero este año pidió licencia porque no se sintió con ánimos para estar frente a sus alumnos. Todavía no puede creer el episodio que sufrió el 25 de febrero de 2009. La actitud y la acción del médico la paralizaron, dice. Y no pudo reaccionar y frenarlo. Es lo que les suele pasar a otras mujeres en circunstancias similares, tal como explicó a Página/12 la psicóloga Susana Velázquez, especializada en la temática (ver aparte).

“Todos los días son un ‘volver a empezar’ porque una de las cosas que más fuerte me pegó es el hecho de no poder proyectar nada. El carácter se me volvió un huracán de sentimientos, entonces me costó reconocerme en muchos momentos a mí misma, con tanto dolor, tanto enojo, que se traducen en malas contestaciones a la gente que me rodea, en estar a la defensiva todo el tiempo”, contó A. R. Su mamá se atendía con el mismo médico desde 1974 y fue él quien atendió sus cuatro partos, entre ellos, el de A. R.

Destaca el respaldo que tiene en su batalla judicial de parte de su familia, sus amigos y compañeros de trabajo, además de las integrantes de la Colectiva Feminista La Revuelta. “Me dieron un apoyo incondicional y eso me permite estar, dentro de todo, entera. Estoy con terapia desde que esto comenzó y la psicóloga es una persona que trabaja en estos temas y me ha ayudado mucho a encontrar pequeños momentos de paz interior, a bajar la ansiedad, a entender cómo estoy y que es un proceso natural. Ese también ha sido un muy buen pilar, porque sé que la mayoría de los profesionales no tienen en su trabajo una perspectiva de lo que implica la violencia de género”, agregó.

Su padre, ingeniero y profesor universitario, redactó y mandó a imprimir folletos para entregar en los escraches que La Revuelta realizó al médico desde que se conoció su absolución en primera instancia. Su mamá ha dado entrevistas a medios locales. Su hermana y sus dos hermanos también la acompañan. “Pienso que si una pasa por todo esto aun con este apoyo, cómo debe ser sentirse sola. Y encima tengo que demostrar a la Justicia que no estoy loca, que no quiero plata y para eso tuve que ir a realizarme un examen psiquiátrico, una evaluación socio-ambiental y a él no lo llaman ni a declarar”, concluyó.

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