SOCIEDAD › EL RECORRIDO POLITICO

Biografía de una agitadora

 Por Soledad Vallejos

–¿Políticamente, partidariamente, de dónde viene?

–En realidad, yo me afilié a los 18 años al Partido Justicialista (sonríe). Y cuento por qué. Si lo va a poner, lo tiene que poner entero. Yo viví toda mi infancia en San Isidro. Lo más a la izquierda que había en San Isidro cuando yo era chica era el Partido Justicialista. Es más, me acuerdo de la campaña de Menem: en esa época, si ese morocho patilludo desastroso llegaba a ganar, todos los de San Isidro se iban a otro país y a otro lugar porque era el fin del mundo. Mi papá y mi mamá tenían un pensamiento más de izquierda. Para lo que era San Isidro, era de izquierda mi papá. Ahora no sabría decir, pero yo consideraba que ellos eran diferentes al resto de lo que había en San Isidro. Entonces yo escuchaba esos argumentos, escuchaba lo que decían mis compañeros de colegio sobre Menem, sobre las Madres de Plaza de Mayo, y a mí me generaba una repulsión y una bronca. Y también escuchaba que, para los padres de mis compañeros, lo repulsivo era el Partido Justicialista. ¡Entonces yo a los 18 me afilié al Partido Justicialista!

–Peleadora.

–Me afilié inmediatamente (ríe). Después nunca volví, nunca me llegó nada. No sé si habrá figurado que yo estaba afiliada.

–¿Sus padres sabían que había hecho eso?

–Sí. De hecho, gran parte de la familia de mi papá viene del Partido Justicialista...

–En la audiencia en Resistencia, Liliana Teresita Negre de Alonso refirió que alguien de su familia había hecho política en San Luis.

–Sí, mi tío era gobernador de San Luis antes de Rodríguez Saá: Elías Adre. (N. de R: Adre fue elegido en 1973, durante la primavera camporista.) También mi papá fue funcionario de Menem en la primera presidencia, después, en la segunda no sé...

–¿No sabe por qué?

–Porque después no hablamos más. Pero insisto con que el PJ era lo más a la izquierda que había en ese momento ahí. Los partidos de izquierda no existían en San Isidro, por lo menos yo no los había visto nunca, ni sabía de qué se trataba. Después, me fui a vivir a Estados Unidos, cuando vuelvo me asumo como lesbiana y conozco a una trotskista (sonríe), dije “uy, ¡había cosas más a la izquierda de peronismo!”. Y aprendí un montón de cosas que no había conocido.

Rachid es capaz de ignorar la insistencia de los dos celulares que, silenciados, vibran cada dos minutos sobre la mesa, pero el televisor encendido en un rincón es un imán imposible. En un canal de noticias repiten en continuado escenas de la sesión, el show de la tarde en la Plaza Congreso, la vigilia callejera en una noche helada. En la tele, por enésima vez a lo largo del día, Negre lagrimea porque sugieren que sus ideas son autoritarias.

–¿Había ido a Estados Unidos a estudiar?

–Sí. Allá estudié muchas cosas, porque en realidad yo estaba estudiando Derecho acá y se podía hacer un intercambio de un año con otro país. Fui, pero como Derecho no tiene sentido que estudiara allá, elegí un montón de cosas: sociología, filosofía, estudios de la mujer, estudios queer, economía... Y me asumí como lesbiana estando allá, y cuando volví conocí las organizaciones de gays y lesbianas, a una mujer en particular con la que tuve una historia, y todas más relacionadas al trotskismo, al socialismo... un mundo desconocido.

–En Estados Unidos, lo queer ya era una categoría chic y académica. Acá todavía no...

–Allá, la directora de residentes era una mujer bisexual que vivía con su pareja en la universidad, hacían charlas sobre homofobia todo el tiempo en la universidad. Yo no sabía ni de qué estaban hablando. “¿Qué es esto?”, me decía. Entonces cuando vuelvo me contacto con este montón de personas que tienen un montón de ideas que yo nunca había conocido y me parece interesantes, y aprendí un montón de cosas de la izquierda que no conocía. En la época del 2001, yo tenía 25 años, 24. Hacía 3 años que había venido de Estados Unidos y me metí en la militancia de las asambleas... yo ahí militaba en el movimiento de mujeres y en el movimiento feminista, el movimiento LGBT un poco, y cuando surgieron las asambleas medio que dejé todo y me metí con las asambleas porque me pareció que era interesante.

Tan convencida lo hizo que, para su sorpresa, el Partido Obrero la convocó para sumarla como extrapartidaria en las elecciones de 2003. María, de hecho, fue candidata a vicejefa de Gobierno. Todavía se sorprende cuando lo recuerda. “Guardé la boleta, los afiches, la foto de una pintada con mi apellido en la calle, todo. Mi mamá me decía: ‘hija, te vas a quemar para toda la vida’ (se ríe). Y eso un poco me incentivaba, decía: ‘Fantástico, si mamá dice eso, es porque hay que estar ahí’. Yo no siento que me haya quemado, fue una linda experiencia. Si volviera a ocurrir un momento como ése, la verdad que volvería a elegir estar en el mismo lugar.”

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