Fabián Pons, titular del Centro de Educación de Seguridad Vial (Cesvi), desconfía del reciente anuncio conjunto de los gobiernos nacional y porteño. “El GPS no es seguridad, es un medio. Depende de cómo lo arbitren para que sea efectivo”, dijo Pons. Este especialista aclara que el sistema que se pretende instalar en todos los colectivos de la ciudad de Buenos Aires es para controlar, no para prevenir. “No es un carril exclusivo, ni un limitador de velocidad. Sirve, sí, en caso de siniestro para poder saber quién tuvo la responsabilidad de un accidente porque quedan grabados el recorrido y la velocidad”, comentó.

La implementación del sistema es lo que más preocupa a Pons porque, a su parecer, “hoy no se pagan las multas y más allá del monitoreo, lo que importa es que haya alguien controlando todo el tiempo”. El titular de Cesvi comentó que un buen sistema debería, por lo menos, generar tras la alarma de exceso de velocidad una multa de manera automática. “Insisto en que no es garantía de nada, como el sistema de scoring que impusieron en Capital Federal, que está muy bien que exista pero si no ponés a nadie a controlar nunca se va a aplicar”, dijo Pons, quien se preguntó ayer, en caso de un piquete, cómo se procesaría esa información.

Pons recordó que en el verano de 2009 se implementó el GPS para micros de larga distancia, como prueba: “Más del 90 por ciento de los 300 ómnibus pasaron la velocidad máxima permitida”. Más allá de lo que pasa en las rutas, la cantidad de peatones muertos tras ser atropellados por colectivos se elevó a 21 en la ciudad de Buenos Aires en lo que va del año. Hace cuatro días, una mujer fue arrollada por un colectivo de la línea 93, que circulaba fuera de servicio, en Pueyrredón y Las Heras. Trece horas antes, otro colectivo había matado a una mujer en Santa Fe y Cerrito. El 20 de julio, un micro de la línea 15 atropelló a una familia en Palermo y provocó la muerte de un niño de cinco años. Se había salido de su recorrido habitual.