SOCIEDAD › LOS EFECTOS DE LA DESNUTRICION

“Nenes que no tienen fuerza”

Elena Barrera trabaja como agente de salud en el barrio María Elena desde hace más de un año, ya casi dos. “Me anoté en el curso por una necesidad personal, porque me sentía caída y pensé que algo tenía que hacer, pero ahora sigo por ganas”, dijo a Página/12. En su barrio, los principales problemas de salud que tienen los chicos son los que se derivan de la falta de comida y el mal más extendido entre los adultos es la depresión.
–¿Cómo es su trabajo?
–Nosotras sabemos hacer curaciones, tomar la presión, preparar inyecciones. Pero el principal trabajo nuestro es la prevención, controlar a los chicos y las embarazadas. Ahora, por ejemplo, estamos repesando y remidiendo a los chicos con bajo peso, vamos invitando a la gente casa por casa.
–¿Y qué respuesta encuentran?
–La gente viene, pero a veces hay que insistir. Encontramos, por ejemplo, familias que tienen muchos chicos y no los traen a todos. Si tienen seis o siete chicos solamente vienen con dos o tres, entonces hay que volver a explicarles. También nos pasa que hay gente que desconfía, que cuando le golpeamos la puerta se asusta. ¿Quién va a creernos de primera que estamos recorriendo las casas para ayudarlos? Entonces puede pasar de todo. A una de mis compañeras, Griselda, en la primera vez que fue a una casa la sacaron corriendo con un cuchillo. La gente está cansada de que le prometan cosas y no te cree. Y a veces tienen tanta bronca que no vienen a buscar la comida, porque a la gente le da rabia reconocer que no les puede dar de comer a los chicos.
–Ustedes se ocupan de visitar esas casas.
–Sí, tratamos de ver lo que les pasó. Y a veces cuando vemos algún chiquito golpeado los ponemos en contacto con los psicólogos. Siempre tratamos de que los chicos no sean separados de los padres, que cuando hay violencia o drogas se ocupen los médicos.
–¿Ya están repesando a los chicos que encontraron con desnutrición?
–Sí. Los que yo medí se estaban recuperando, cuando hay comida y los encontramos a tiempo los chicos se recuperan. Ahora lo que nos está pasando es que vienen desde más lejos, traen nenes de otros barrios, hasta de González Catán, que está a diez kilómetros. Supuestamente la sala es del María Elena, pero vienen de todos lados y le decimos a nadie que no. Nosotras ya nos damos cuenta de cómo están apenas los vemos. Yo, por ejemplo, tengo a mi nieta que está con un poquito de bajo peso, pero es muy activa, en cambio cuando están desnutridos se ponen sedentarios. Son nenes que no tienen fuerza, les cambia la mirada; ahora cuando vemos a un chico sin ganas de jugar ya tratamos de traerlo al control.

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