SOCIEDAD › PERDIó A SU ESPOSA, PERO SIGUE AYUDANDO A LAS VíCTIMAS

La responsabilidad del alcalde

El alcalde Futoshi Toba se ha convertido en uno de los símbolos del estoicismo japonés ante la catástrofe: pese a la pérdida de su esposa, arrastrada por el tsunami, el funcionario de la devastada ciudad de Rikuzentakata ayuda día y noche a las víctimas. El 11 de marzo, cuando fue lanzada la alerta de tsunami tras el sismo de magnitud 9, Toba se vio confrontado a un duro dilema: o acudía a salvar a su familia o permanecía en su puesto para supervisar las operaciones de socorro. Eligió lo segundo.

Desde que optó por priorizar su responsabilidad con la comunidad, sólo detuvo sus labores públicas para incinerar a su esposa, cuyo cuerpo fue hallado bajo los escombros de la ciudad, una de las localidades costeras más afectadas por el desastre. De los 23.000 habitantes de Rikuzentakata, uno de cada diez halló la muerte por las olas gigantescas que se abatieron aquel 11 de marzo sobre la ciudad, sumergiendo su puerto y su parte baja.

“Para ser honestos, cuando se acercaba el tsunami, me preocupaban sobre todo mi mujer y mis hijos”, explicó Toba a medios periodísticos que lo entrevistaron en un centro de acogida para los evacuados. “Pensé en tomar mi coche e ir a buscarlos. Pero, como alcalde, me vi obligado a decidir lo que era más importante: ¿cumplir con mi deber o salvar a mi familia?”. Eligió su deber. “Mi corazón rebosa de tristeza. No puedo pedir disculpas a mi mujer.” Todavía Futoshi Toba no ha tenido el valor de anunciar la muerte de la madre a sus dos hijos, de 10 y 12 años, aunque sospecha que ellos ya han adivinado la verdad.

Como el 90 por ciento de su ciudad quedó devastada, han sido lanzadas los operaciones de limpieza y de reconstrucción. Hasta ahora, sólo una treintena de familias de los afectados han podido ser albergadas en viviendas temporales. “Es aún difícil contemplar un retorno a la normalidad mientras haya gente desaparecida”, advierte Toba, quien perdió a 68 empleados municipales, una tercera parte de sus efectivos.

El tsunami también destrozó los pisos inferiores de la alcaldía, los equipos de comunicación que se hallaban allí, y también estanterías llenas de documentos oficiales.

El alcalde teme que muchos de sus habitantes prefieran dejar la ciudad en lugar de esperar a que recupere la normalidad. “Aquí, todo el mundo ama Rikuzentakata, ya que es nuestra ciudad”, aseguró un vecino de 26 años, Ryo Yamazaki, cuya madre está desaparecida. “Pero hay que ser realista: la gente no va a esperar diez o veinte años para reconstruirla.”

Al inspeccionar los daños causados a la alcaldía, un empleado municipal de 69 años subrayó los errores que no deberían volver a cometerse. “Por ejemplo: ¡la alcaldía estaba construida a solamente 1,2 metro por encima del nivel del mar! Hemos olvidado las lecciones de nuestra historia... Hemos vivido atraídos por la belleza de vivir junto al mar. En el fondo de cada uno de nosotros, sabíamos que un tsunami se produciría tarde o temprano, pero hemos sido demasiado complacientes.”

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