SOCIEDAD › EL EXTRAñO COMPORTAMIENTO DE UNA ENFERMERA

Una pista que no fue investigada

 Por Marta Dillon

“¿Ya te indisponiste?” Esa era la pregunta que Patricia Soria, enfermera y vecina de Marita Verón en el departamento que estaba pagando en el barrio Gráfico II, en la periferia de San Miguel de Tucumán, solía hacerle a la joven con insistencia, según relató Susana Trimarco ayer. Esa pregunta íntima sobre el ciclo menstrual de su hija alteraba a la mamá de Marita, que la visitaba cada mañana para llevarle el pan que vendía en el pequeño negocio que había montado en uno de los ambientes de esa vivienda social. “Marita se quería poner un DIU porque decía que las pastillas anticonceptivas le hacían mal. No quería embarazarse otra vez porque tenía otros proyectos de vida. Me había dicho que le pidiera un turno con un médico amigo porque ella no tenía obra social; pero cuando se lo iba a pedir me habló de esta vecina que decía que tenía un contacto en la Maternidad Central para que se lo pusieran gratis”, dijo Trimarco ayer en la detallada exposición que dedicó a toda la etapa previa a la de-saparición de su hija.

Pero si esa pregunta la inquietaba antes porque le parecía fuera de lugar, tuvo otro relieve cuando la ausencia de su hija se convirtió en un continuo de días iguales hasta completar casi diez años –se cumplirán el próximo 2 de abril–. Iguales en la ausencia, porque todo lo demás cambió por completo en la vida de Trimarco.

En las primeras horas de la de-saparición de Marita, Trimarco y su marido fueron a buscar a Soria. Al fin y al cabo, la maternidad donde la enfermera estaba empeñada en que la joven acudiera había sido su último destino. “Golpeamos la puerta, gritamos por la ventana y no salió. Después hablé con una vecina que la llamó para que pusiera una inyección y ella misma dijo que había estado ahí toda la tarde. Por esa vecina conseguimos el teléfono de Soria y le pedimos que nos dé los datos de su contacto, un tal Ardiles. Al principio se negó, pero después nos dio su dirección.”

Este hombre, a quien Marita fue a ver pensando que era jefe de personal de la maternidad, resultó ser empleado de limpieza. “Pero cuando fuimos a la casa, en un barrio muy humilde de nuestra ciudad –dijo Trimarco en su testimonio–, tenía un caserón, con portones corredizos, dos autos estacionados y portero eléctrico con cámara. Nos atendió de mala manera, no dijo nada coherente, se contradijo en todo.” Ardiles y Soria son los testigos que siguen en su turno frente al estrado cuando termine Susana Trimarco. “Esa pista no fue investigada en la instrucción –admite uno de los abogados de la querella, Carlos Garmendia–, habrá que ver qué pueden aportar cuando den testimonio.”

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