Cristian Lanatta, uno de los cuatro imputados que están siendo juzgados por el triple crimen de General Rodríguez, se declaró inocente e intentó ridiculizar la acusación de la fiscalía. Su abogado, Roberto Casorla Yalet, aseguró que su cliente pasó la noche bajo un inmenso estrés porque cuatro personas lo golpearon y amenazaron: “Avisale a tu hermano que si vuelve a abrir la boca, vos sos boleta”. El lunes pasado, Martín Lanatta, también acusado de autor material de los asesinatos, señaló como cómplice a un jefe de calle de la localidad donde aparecieron los cuerpos. Ayer también declararon dos familiares de una de las víctimas: Damián Ferrón. Ambos señalaron que los tres empresarios asesinados planeaban formar una sociedad dedicada a la venta de medicamentos y estuvieron involucrados en el contrabando de efedrina.

“Quiero dejar en claro que no conocía a las víctimas. Que la fiscalía me explique cómo me liga a esta causa. Esto es una locura”, afirmó Cristian Lanatta, quien pidió declarar al iniciarse la audiencia. Luego se refirió a la hipótesis del fiscal Juan Bidone, quien considera que en la casa de este imputado, en la localidad bonaerense de Quilmes, fueron enfriados los cuerpos para despistar luego a los investigadores. “Tengo un aire acondicionado split y dos heladeras familiares en las que entran cuatro pollos y no puede entrar una persona”, dijo Lanatta.

Para Bidone, en esa heladera se enfriaron las botellas de agua que luego se trasladaban adonde habrían de guardar durante seis días los cuerpos: un trailer que está en el taller de esa casa, en Videla 631. Lanatta aseguró que ese trailer lo usaba su hermano para irse de vacaciones y que a su vez él se lo había prestado a un indigente para que juntara botellas de plástico. Y siguió arremetiendo contra el fiscal: lo acusó de privar ilegítimamente de la libertad a su esposa durante el allanamiento y exigió, sin éxito, que Bidone se retirara de la audiencia.

Al finalizar la declaración de Lanatta, su abogado, Roberto Casorla Yalet, pidió protección para ambos hermanos, tras el incidente ocurrido en la casa de Quilmes, donde Cristian cumple arresto domiciliario por un robo a mano armada. “Estaban esperando la llegada de una pizza y cuando abrieron la puerta para recibir al chico del delivery, aparecieron cuatro hombres con ropas oscuras y dos de ellos con borceguíes para golpearlos y amenazarlos”, relató el abogado en las puertas del tribunal. Luego contó que también hubo un disparo para intimidar al acusado.

Los fiscales Marcela Falabella y Juan Bidone presentaron una serie de gráficos con centenares de entrecruzamientos telefónicos entre los acusados, las víctimas y otras personas citadas como testigos. Estos cruces sirvieron para procesar a Martín Lanatta, pero no a Cristian ni a los hermanos Víctor y Marcelo Schillaci. El primero de estos admitió conocer a Sebastián Forza, una de las víctimas, porque tenía un problema con la tenencia de un revólver y él trabajaba en el Registro Nacional de Armas. Ayer, Cristian aseguró haber oído que su hermano quería comprarle a Forza un Mini Cooper que tenía problemas de papeles.

De los trece testigos citados a esta audiencia, sólo hablaron dos: Diego Ferrón, hermano de Damián, y la novia de este último, Mariela Izquierdo. El primero sorprendió hasta a sus propios abogados cuando desde el estrado ocupado por los jueces Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Marco Barski le preguntaron si creía que había vínculos políticos en el tráfico de efedrina y él aseguró que su hermano le dijo que detrás de ese negocio estaba Enrique “Coti” Nosiglia, el ex ministro del Interior del gobierno de Raúl Alfonsín.

“Larroque contó que Ferrón había traficado efedrina un año antes con su socio, José Luis Salerno. Y que ahora retomaría el mismo negocio con las otras dos víctimas (Leopoldo), Bina y Forza. Dijo que Bina tenía los contactos en la Aduana y Forza conseguía la efedrina”, resumió el abogado de ambos testigos y damnificados, Miguel Angel Pierri. El viernes próximo declararán los padres de Bina y Salerno, entre otros.