SOCIEDAD › EL CONCURSO DEL BIKINI OPEN

El caso más grotesco

 Por Mariana Carbajal

El martes 11 de febrero se realizó en Puerto Madryn la séptima edición del llamado Bikini Open Night, un concurso organizado por una radio local, donde se evalúa a las concursantes por su trasero. “Estos concursos que sólo valoran la apariencia física, ignorando las cualidades personales, en muchos casos exponiendo los cuerpos de niñas y adolescentes semidesnudos y fragmentados, invisibilizan a las mujeres como sujetos reales tratándolas como meros objetos consumibles sexualmente”, advirtió Alejandra Tolosa, co-coordinadora de Cladem Argentina, una organización regional que articula a personas y organizaciones feministas de América latina y el Caribe. Tolosa vive en Puerto Madryn. En años anteriores, cuando encabezaba la delegación local del Inadi, promovió un pronunciamiento del organismo en contra del certamen, en el que se elige “la mejor cola” de Madryn.

En esta última oportunidad, la selección se hizo en el parador Popeye, ubicado en la Séptima Bajada al mar. El premio para la ganadora fue de diez mil pesos. Su organizador es Marcelo Pérez Medel, propietario de una radio. El evento contó con el auspicio, incluso, del grupo mediático que edita el diario La Jornada. Las postulantes pueden ser menores de edad, con autorización de sus padres. “Que se insista en la realización de este concurso, a pesar del debate social que se dio en la comunidad con repercusión nacional y del informe del Observatorio de Radio y Televisión contra la Discriminación en años anteriores, por el que se invitó al responsable del medio a que reflexionara sobre la pertinencia de realizar un concurso de este tipo, con expresa mención de las normas vinculadas con la violencia simbólica y mediática, evidencia las fuertes resistencias de los varones y del poder patriarcal a una sociedad igualitaria sin denigraciones que atenten contra la dignidad de las mujeres”, añadió Tolosa.

En 2012, Pérez Medel llegó a tildar frente al micrófono de la radio donde conduce un programa a las funcionarias de la oficina local del Inadi como “incogibles”, en respuesta a sus cuestionamientos hacia el concurso de culos. Y para defender el Bikini Open alegó: “Será que la gente del Inadi no tiene cuerpos consumibles” y que “eso es envidia”.

Además del Inadi, otras voces se levantaron contra el concurso de colas, entre ellas la de Ana Mariel Weinstock, docente investigadora, activista de Magdalenas-Puerto Madryn, Teatro de las Oprimidas.

–¿Por qué se oponen al Bikini Open? –le preguntó Página/12.

–Porque en estos certámenes, la mujer se reduce a un culo. Pero no cualquier culo. Un culo obediente, manipulable, controlable pero sobre todo, enajenado. Que no se le ocurra desear y hacer por cuenta de su dueña. Se valora un ideal estereotipado de belleza y se premia la abnegada voluntad por cumplir ese molde. La mujer se reduce a un objeto-mercancía cuya razón de ser es cumplir el deseo del público-cliente. Por otro lado, se exacerba a este público-cliente (no sólo varones sino familias enteras) a disfrutar y excitarse con ese culo enajenado. Ambos, tanto exhibicionistas como espectadores, quedan reducidos a una pasividad que es festejada por el show.

–¿Qué mensaje transmite ese tipo de certamen?

–Como estrategia de marketing, suele presentarse al Bikini Open como símbolo de liberación o libertinaje... pero ¿qué transgresión puede haber en seguir al pie de la letra las pautas de feminidad y belleza hegemónicas encabezadas por la publicidad? Como dice Rita Segato, la violencia psicológica o moral es la más eficaz en la reproducción de la desigualdad entre los géneros, dado que por su invisibilidad y capilaridad es la forma corriente y eficaz de subordinación y opresión femenina, socialmente aceptada y validada.

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