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Qué falló en el “aterrizaje” del módulo

El módulo, apoyado en la superficie con dos de sus patas y con la tercera en el aire, lleva una batería que le da autonomía energética hasta dos días y después lo que le queda de vida depende de los paneles solares.

Se encuentra estable tras un complejo e histórico aterrizaje sobre el cometa 67/P, donde huele a huevo podrido, establo, almendras amargas y alcohol por la combinación de gases que emite. La superficie del cometa es oscura, seca y polvorienta y contiene una química compleja.

El Philae aterrizó sobre el cometa y luego rebotó al no activarse los arpones, debido a la falta de gravedad, que en el cometa es 100.000 veces menor que en la Tierra. El módulo tocó la superficie del cometa a las 15.33 horas GMT y rebotó un kilómetro de distancia en un espacio de una hora y cincuenta minutos, después volvió a tocar la superficie y rebotó unos centímetros en siete minutos.

En la maniobra de aterrizaje, dos arpones con los que el Philae tenía que engancharse a la superficie del cometa no se activaron y un sistema para estampar el módulo sobre el cometa tampoco funcionó. Se trata del Sistema Activo de Descenso, un depósito de gas frío a mucha presión, situado en la parte superior del Philae, que tenía que salir hacia arriba y presionar al módulo hacia el suelo.

No obstante, este sistema no era crítico, se diseñó por si el Philae aterrizaba en otro cometa más pequeño.

El Philae se comunica a través de la sonda madre Rosetta y todas las señales que mandan las dos naves llegan a la Tierra 28 minutos después, porque viajan a la velocidad de la luz y se encuentran a una distancia de 511 millones de kilómetros.

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