SOCIEDAD › LOS VISITANTES EXTRANJEROS, SEDUCIDOS POR LOS “AFTER OFFICE”

Una atracción para turistas tempraneros

 Por Alejandra Dandan

Su opinión es un buen recurso para un diagnóstico. “No sé qué pasa –dice, desorientada–: pero los after están a full, vos vas y es imposible entrar sin reserva”. La cuestión, en realidad, es grave. Sabrina es parte de una empresa que se encarga de las reservas de dos after office con mayor rating entre la tribu de oficinistas de la city. Desde hace semanas está enloquecida: el teléfono suena a toda hora con la misma velocidad con la que llegan y huyen los e-mail que en ese mismo momento responde. Existen quienes intuyen en este nuevo fenómeno urbano cuestiones de moda. Aun así crece alimentado por varios factores, entre ellos, la reformulación del mercado de los bares irlandeses del Bajo y por el público extranjero, esa nueva colonia urbana que sigue creciendo desde la devaluación del peso, y se conecta con la muchachada de la city como si fuera uno de esos raros objetos de arte típicos de la ciudad.
Hasta el 15 de julio, el pool de negocios de la noche integrado por Buenos Aires News, el ex Divino y Big One mantenía abierta una de las salas en Puerto Madero pura y exclusivamente para espectáculos de tangos for export. La corporación intentaba desde el mes de enero atrapar parte del flujo de turistas que se escabulle en Buenos Aires. “Finalmente cerramos –cuenta Elsa Saporosi, algo resignada–: no llegábamos a los cien cubiertos por noche para competir con las casas de tango más tradicionales”. El fin del negocio se convirtió en la apertura de una nueva opción, esta vez una disco llamada Opera Bay que funciona los miércoles como after office aunque, además, abre los días tradicionales de salidas nocturnas.
Para el empresario Hernán Lombardi estas nuevas noches populares funcionan como buena opción tanto para el público local como para el foráneo. Para los locales, dice ahora el ex secretario de Turismo de Nación durante el gobierno de la Alianza, se convierte en una opción tempranera que evita (lo dice convencido) el “rush hour” u hora pico, al estilo de los norteamericanos que se quedan en la city para esquivar las huidas masivas. “Son ofertas poco costosas –sigue Lombardi–, que incluyen una cena de veinte pesos para esa gente”.
En ese contexto, algunos tipos de turistas entran bien. “No se puede hablar de turistas en general, porque de acuerdo al origen son y se mueven distinto”, advierte Lombardi. Por ese motivo prefiere pensar que las opciones de cena, baile y show desde temprano y hasta temprano, son un punto atractivo, por ejemplo, para los latinoamericanos. “El turismo de la posdevaluación ha venido de esos países –dice– o del mundo hispano norteamericano, donde no están acostumbrados a la noche porteña que termina muy tarde: normalmente su noche termina a las dos de la mañana”. Como en Quito o Guayaquil, las ciudades desde donde proviene parte de la nueva ola de turistas. Ellos son quienes suelen peregrinar en la ciudad buscando los espacios y al público office.

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