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Domingo, 28 de diciembre de 2003

LIBROS > PERSPECTIVA HISTóRICA DEL ESTRUCTURALISMO

“Renovar el pensamiento económico”

Por Verónica Gago

La teoría estructuralista latinoamericana debió su fuerza a la originalidad de su punto de partida: pensar la “condición periférica” desde la propia periferia. Así, las corrientes asociadas a la Cepal a partir de la década del 50 pusieron el acento en desarmar la idea de que la historia económica de los diferentes países seguía un mismo patrón de desarrollo, reduciendo las desigualdades a una cuestión de velocidades y etapas. Se desbarató de ese modo la imagen de que los “países en vía de desarrollo” contenían, de manera abstracta pero latente, la chance de alcanzar a sus pares desarrollados a fuerza de imitarlos. Las teorías de la dependencia pensaron la economía mundial a partir de un polo periférico y otro central, logrando introducir las nociones de asimetría y jerarquía para analizar un sistema económico mundial que se pretendía abstractamente homogéneo.
En el libro El estructuralismo latinoamericano. Fundamentos y transformaciones del pensamiento económico de la periferia, el economista Sebastián Sztulwark, de la Universidad de General Sarmiento, pone en perspectiva histórica esta corriente a la luz del agotamiento del modelo de desarrollo de posguerra que lo inspiró, basado en las políticas de industrialización por sustitución de importaciones y en un protagónico papel del Estado nacional. A la vez, Sztulwark lo compara con lo que él denomina el “nuevo estructuralismo latinoamericano” que surge a finales de los ‘80 para conceptualizar los cambios estructurales de esos años de neoliberalismo a ultranza. La hipótesis del libro es lo que permite el análisis de continuidades y diferencias entre ambos enfoques estructuralistas: existe una evolución paralela entre el cambio estructural y el pensamiento estructural que lo analiza.
De esta forma, es sugerente el giro pragmático que Sztulwark marca en el “nuevo estructuralismo” que se materializa en un desplazamiento de las preocupaciones políticas a las relativas a la profesionalización metodológica, que lleva a la pérdida de dos de los rasgos principales con que se ligaba al estructuralismo cepalino de posguerra: la radicalidad y la insistencia en las singularidades latinoamericanas. Además, el autor subraya la preocupación por el equilibrio macroeconómico que, paradójicamente, acerca a este nuevo estructuralismo con el neoliberalismo. Sin embargo, no es menor tampoco lo que el viejo estructuralismo compartía con el paradigma liberal: la creencia en la secuencia virtuosa entre modernización y progreso social o “el mito moderno de que todas las cosas buenas van juntas”. De todas maneras, el autor considera que se trata de la “tradición mejor preparada” para “asumir la exigencia de la renovación del pensamiento económico latinoamericano”. El libro es un minucioso trabajo para evaluar tal posibilidad.

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