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Domingo, 25 de enero de 2004

LA RELACIóN DE AMéRICA LATINA CON EE.UU.

“Un sentimiento de frustración”

Por Ariela Ruiz Caro*

Cuando en abril de 2001, los jefes de Estado de América (menos Cuba) suscribieron la Declaración de su Tercera Cumbre Presidencial en Québec, no imaginaron el abrupto desencanto que, poco tiempo después, provocarían en la población algunos de los postulados, sobre todo económicos, que figuraban en ella. Dedicados al tema de la democracia, e ilusionados con las virtudes que traería el libre comercio –especialmente en el marco del ALCA–, con el crecimiento que conllevaría la plena libertad a los capitales privados, no vislumbraron que Argentina estaba gestando una catástrofe económica, política y social sin precedentes, que estallaría meses después.
El sentimiento de frustración, al cabo de una década de cumbres americanas, es recíproco. Funcionarios del gobierno norteamericano afirman “no estar contentos” con América latina por los resultados de la Conferencia de la OMC en Cancún. Como se recordará, no todos los países obedecieron la instructiva de abandonar el G-22, instancia de negociación conformada por países subdesarrollados para negociar temas agrícolas. Aquellos países que anhelaban la suscripción de un TLC bilateral con Estados Unidos (Colombia, Perú y varios países centroamericanos) fueron presionados a retirarse de dicho grupo, y no han participado de las reuniones que han realizado los países miembros de esta agrupación en Buenos Aires y Brasilia.
Tampoco los hace felices el ritmo de las negociaciones en el ALCA, situación que los ha obligado a negociar tratados de libre comercio con algunos países. Mucho menos lo están con la oposición de gobiernos de la región a la invasión a Irak.
En un año en que Bush se juega la reelección presidencial, la imagen de una América unida, con “vecinos fuertes y democráticos que colaboren con nosotros para asegurar y defender nuestros intereses y valores en nuestro país y en el extranjero”, la legitimación de su política antiterrorista, así como el apoyo de la comunidad cubana en Estados Unidos, son fundamentales.
Por eso, gestos como los realizados por el presidente Lula con su reciente visita a Cuba, acompañado por una delegación de empresarios; la suscripción de acuerdos comerciales por el canciller argentino, durante otra visita a ese país; el rechazo de ambos a entrevistarse con representantes de la oposición; la invitación a Cuba a formar parte del Mercosur; la entrevista que tuvieron con el dirigente boliviano Evo Morales; y, la abstención de ambos en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre su situación en Cuba son considerados inamistosos.

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