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Domingo, 4 de abril de 2004

Poner la tela

Por Veronica Gago

Todas las industrias están creciendo. Según el último informe de coyuntura de la UIA, la actividad se recuperó plenamente del colapso de la segunda mitad de 2001 y está a sólo 7,3 por ciento del pico del sector registrado en agosto de 1998. Sin embargo, buena parte de las industrias está al límite de su capacidad instalada. La pregunta, entonces, es si las empresas de los sectores que comparten esta situación están dispuestas a invertir para dar continuidad al proceso de sustitución de importaciones una vez que se han sobrepasado las posibilidades dadas por los stocks acumulados y siendo que los márgenes de capacidad ociosa ya son escasos. Los problemas de abastecimiento de energía eléctrica y gas que hoy enfrenta el Gobierno son un escenario donde ya se juega este dilema: ¿cómo se sostiene un ritmo de crecimiento como el registrado en los últimos meses sin inversiones? ¿De qué depende que las empresas se decidan a invertir?
Como se preveía, los efectos de la devaluación se hicieron sentir en la reactivación de la economía. Por un lado, en la producción destinada a sustituir importaciones. La razón es previsible: las exigencias –costos– de la producción orientada al mercado interno son menores que las requeridas por el mercado externo. El mayor nivel de producción durante 2003 y principios de 2004 se debe, efectivamente, a una cierta recuperación de la demanda del mercado local tras varios años de depresión. Pero la variación de los precios relativos motivó también el despegue de ciertas exportaciones, otra de las vías privilegiadas de recuperación de la industria.
Sin embargo, para que dicha recuperación inicial se traduzca en una reactivación sostenida es decisivo el nivel de inversiones que se realicen. Especialmente en aquellas industrias que para dar continuidad a su producción deberán aumentar su capacidad instalada para lograr superar los cuellos de botella que ya se empiezan a notar. Por ejemplo, en la necesidad de importar insumos para sus procesos productivos y otros problemas de abastecimiento. Este interrogante se vuelve fundamental especialmente teniendo en cuenta que, según el mismo informe de la UIA, desde comienzos de 2002 hasta el último trimestre de 2003 no se observaron grandes cambios en las expectativas de inversión: casi el 55 por ciento de las grandes empresas encuestadas por el Indec no preveía en los últimos meses de 2003 realizar inversiones. Dentro de las empresas que sí esperaban invertir, el mayor porcentaje lo preveía en proyectos pasados. Sólo una minoría planeaba invertir en nuevos proyectos. Otro dato es que, según las estimaciones de febrero, de los fondos que las empresas prevén captar sólo se destinará un 6,8 por ciento a financiar nuevas inversiones. ¿Cuáles son los motivos por los que las inversiones son aún moderadas? Las opiniones de los economistas insisten en diferenciar en este punto los tipos de inversiones. Pero lo relevante es que los sectores que están al tope de su capacidad instalada son justamente los que requieren inversiones intensivas de capital para seguir produciendo. Otra es la situación de los sectores donde las inversiones no están destinadas a ampliar su volumen de producción, sino que están orientadas a aprovechar nuevas oportunidades de negocios –como es el caso de los agroalimentos, motivados por el boom sojero– o a la incorporación de nuevas líneas de productos –como sucede en el sector automotor.
También es diferente la condición de los sectores ligados al mercado interno que se subieron al proceso de sustitución de importaciones más recientemente, es decir, tras el inicio de 2003, y que aún tienen margen de capacidad ociosa para crecer sin necesidad de nuevas inversiones. En este grupo se sitúan, según la discriminación realizada por el economista Alejo Espora, del Centro de Estudios para la Producción de la Secretaría de Industria, Comercio y Pymes, los sectores productores de bienes de consumo masivo –como el de alimentos y bebidas– y los productores de insumos de la construcción –minerales no metálicos– que actualmente están utilizando menos del 80 por ciento de su capacidad instalada. Según los primeros registros del Indec para este año, los bloques industriales que presentan una mayor utilización de la capacidad instalada son la refinación del petróleo, la industria papelera y las metálicas básicas. Los tres sectores superaron el 85 por ciento. Como dato más amplio, se agrega que según las previsiones de febrero sólo el 30,9 por ciento de las empresas prevé un nivel de uso de su capacidad instalada por debajo del 60 por ciento.
“La seguridad necesaria para que estos sectores –de capital intensivo– inviertan tiene que ser mayor”, apuntó Facundo Etchebehere, codirector del Programa de Estudios de la Universidad Católica que realiza los informes de coyuntura para la UIA. “Esos sectores están viendo cuánto tiempo van a durar estos precios relativos, que son el factor que les permite colocar bien su producción en el exterior.” Para el economista Tomás Raffo, miembro del Instituto de Estudios sobre Estado y Participación (IDEP) de la CTA, en cambio, el escenario actual no lleva a prever un cambio en la perspectiva de las inversiones productivas ya que se mantiene “el marco general en que se desenvuelve el proceso de reactivación. A saber: mercado interno deprimido y por ende conformación de una estructura industrial que exporta materias primas y productos de bajo valor agregado, donde el salario mínimo se ubica en valores de 50 dólares mensuales”.
Las exportaciones industriales de productos primarios son las que, de hecho, prevén varias inversiones. Según un estudio retrospectivo de 2003 que acaba de concluir, Etchebehere posiciona en el ranking de inversiones a las industrias de pollos, que prevén para este año un aumento entre el 100 y 200 por ciento de sus exportaciones. Similar situación es la de los sectores de la carne vacuna y aceiteros, también con altos márgenes de ganancia en sus exportaciones. En estos sectores, el ritmo de inversión está atado a que se mantengan los actuales márgenes de rentabilidad. Con la ventaja extra de que el tiempo de maduración de sus inversiones es reducido.
Sin embargo, la reactivación industrial, desde el punto de vista de Raffo, “debe encararse de manera tal de potenciar las ramas que permitan maximizar el impacto ocupacional, el balance de divisas del sector, y la utilización y creación de capacidades científicas y tecnológicas. Una reindustrialización de estas características sólo será posible en la medida en que, de la mano de un proceso de redistribución de ingresos, se avance sobre otras cuestiones que hacen al marco industrial, como son: la existencia de un Sistema Nacional de Crédito y una Estructura Arancelaria acorde”.
Los anuncios de inversiones recolectados por el CEP arrojan una perspectiva más optimista: “Por lo general, se observa que las ramas con mayor uso de la capacidad instalada concentran una porción importante de las inversiones de este año. Entre los sectores industriales que anunciaron las mayores inversiones productivas se encuentran las industrias química, siderúrgica y petrolera, las cuales actualmente están operando cerca del tope de su capacidad”.
¿La perspectiva de inversiones responde a una cuestión vinculada a la incertidumbre sobre ciertas variables o tiene más que ver con el modo específico que toma el proceso de sustitución de importaciones en el país? Raffo considera que hay un agotamiento del proceso de sustitución de importaciones “porque dicho proceso se relaciona con la recomposición de los niveles de actividad luego de más de cuatro años de caída ininterrumpida, juntamente con el encarecimiento de los insumos importados. La paulatina recomposición de la actividad y la estabilidad en el tipo de cambio, junto a la ausencia de una política industrial que potencie el mercado interno y recupere mecanismos de regulación pública, determinan un límite a la sustitución de importaciones y más grave aún a la capacidad de generación de empleo del esquema actual”. La pregunta por la sustentabilidad del proceso debe tomar en cuenta el tiempo de maduración que suponen las inversiones y la relación de tal variable temporal con los cuellos de botella que empiezan a presentarse. Una cosa son los cuellos de botella circunstanciales y de corto plazo, donde lo que se necesita son adaptaciones a la demanda, y de otro tenor son los problemas que necesitan inversiones de capital intensivo, que requieren una planificación de otro tipo y el tiempo de maduración es mucho mayor.

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Inversiones / industria

La actividad industrial se recuperó plenamente del colapso de la segunda mitad de 2001.

La industria está a sólo 7,3 por ciento del pico del sector registrado en agosto de 1998.

Sin embargo, buena parte de los sectores está al límite de su capacidad instalada.

Los bloques industriales que presentan una mayorutilización de la capacidad instalada son la refinación del petróleo, la industria papelera y las metálicas básicas.

La pregunta, entonces, es si las empresas que comparten esa situación de operar al tope están dispuestas a invertir para dar continuidad al proceso de crecimiento.

Casi el 55 por ciento de las grandes empresas encuestadas por el Indec no preveía en los últimos meses de 2003 realizar inversiones.

Las exportaciones industriales de productos primarios son las que, de hecho, prevén varias inversiones.

 
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