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Domingo, 15 de agosto de 2004

¿Qué hacer con el Fondo?

Por Fernando Krakowiak

La decisión del Gobierno de rechazar las exigencias del FMI sin romper relaciones ha generado una situación inédita. Para ganar “independencia económica” se anunció que se le pagará al organismo todos los vencimientos de aquí a fin de año, convirtiendo al prestamista de última instancia en un acreedor superprivilegiado. Algunos analistas afirman que para pagar la deuda con los organismos multilaterales la independencia económica se verá restringida de hecho. En los próximos tres años, los vencimientos de capital e intereses con el FMI, el Banco Mundial y el BID suman la friolera de 17.117 millones de dólares. Según la información oficial, en el 2005 vencen 6365 millones, en el 2006 se deberían pagar 6020 millones y en el 2007 otros 4732 millones. Por lo tanto, para pagar, el Gobierno debería elevar el superávit primario en los próximos tres años por encima del 4 por ciento, tal como reclama el FMI, sin contar los vencimientos de la deuda contraída después del default y los intereses de los bonos que surjan de la reestructuración en curso. La inclusión del BID y el Banco Mundial en el cálculo resulta inevitable, pues desde la crisis de la deuda, ocurrida en los ‘80, no dan un paso sin preguntarle al Fondo. Lo cual hace suponer que no refinanciarán sus deudas sin un acuerdo con ese organismo financiero. En este contexto, los economistas más críticos señalan que el costo de la “independencia” tendría el mismo efecto que el provocado con las recetas ortodoxas. En la city coinciden al afirmar que el presidente Néstor Kirchner y su ministro Roberto Lavagna más temprano que tarde volverán a definir un nuevo acuerdo con el FMI, a no ser que decidan patear el tablero y entrar en default con el organismo. Otros expertos sostienen que la jugada del Gobierno apunta a presionar al Fondo para hacerlo retroceder, dejando en evidencia sus excesivas pretensiones para un país que recién está saliendo de la crisis. Y también para romper con la alianza FMI-acreedores defolteados. Para analizar esos u otros posibles escenarios, Cash consultó a diez reconocidos economistas de diversas vertientes ideológicas.

Roberto Frenkel
economista Cedes
“Pagar es lo correcto”
“Con una situación fiscal y externa como la que tiene la Argentina y habiendo aprobado en parte compromisos para las provincias, como la Ley de Responsabilidad Fiscal, no dar waivers para las otras condiciones es poco habitual, particularmente si se considera que el FMI tiene una responsabilidad compartida con la situación. No se le está pidiendo dinero fresco ni que deje de cobrar algo sino refinanciar los vencimientos de capital. Es lo mínimo que se le puede dar a un país que está saliendo de una crisis. El Fondo está para ayudar a los países que tienen problemas, no para reducir su exposición y salir corriendo. La dureza es sorprendente y uno no puede dejar de asociarla con la negativa a avalar la propuesta de reestructuración de la deuda. Por eso el Gobierno decidió postergar la discusión con el Fondo hasta después de ver la adhesión que logra su propuesta. La decisión de pagarle al organismo es correcta porque si interrumpiera los pagos abruptamente desafiaría a todo el sistema internacional y sería más difícil defendernos. Si los porcentajes de adhesión a la propuesta de deuda son aceptables, los argumentos del Fondo para pedir más superávit desaparecerán. Si eso no ocurre, la situación será más compleja, pero no contribuye a la tranquilidad de espíritu decir qué va a pasar si el tigre se nos viene encima.”

Ruben Lo Vuolo
director de Ciepp
“También hacer una quita”
“La decisión de pagarle al Fondo sin aceptar sus condicionamientos me parece una medida de transición correcta, pero no puede ser vista como una estrategia de largo plazo porque financieramente va a ser muy difícil sostenerla. Para que el rechazo a las exigencias forme parte de una estrategia sustentable, se lo debería complementar con la inclusión de los organismos multilaterales en la quita de la deuda. El Ministerio de Economía dio un paso importante el difundir el documento donde se detallan algunos de los errores que el Fondo le hizo cometer al país, pero no es consistente sostener ese discurso al mismo tiempo que se mantiene al organismo como acreedor privilegiado. Un default con el Fondo no generaría problemas graves desde el punto de vista económico, pues las inversiones dependerán de la capacidad para favorecer negocios rentables en los espacios productivos. El mayor desafío será generar una política pública que no dependa de la asistencia crediticia y técnica de los organismos multilaterales, como ha sido hasta ahora. Si el rechazo de las condicionalidades, en cambio, sólo apunta a presionar al organismo con la amenaza del default para lograr la aprobación del acuerdo, me parece una apuesta arriesgada porque el Fondo ha dado repetidas muestras de su escasa autocrítica. No se debería jugar a las amenazas sino tener la ruptura con el Fondo como un escenario posible.”

Miguel Bein
ex secretario de Programación Económica
“La situación es ridícula”
“Resulta insólito que un país quebrado y en default aparezca auxiliando financieramente al prestamista internacional de última instancia. Es una situación ridícula. Desde el punto de vista del Fondo es grotesco que continúe con esas exigencias, pero desde el punto de vista argentino lo más inteligente es pagar y desmontar la presión que los acreedores privados ejercen sobre el Fondo para que éste le pida a la Argentina que mejore la oferta. Ahora los acreedores privados se van a encontrar en una situación en la que ellos no cobran y el Fondo cobra. Por lo tanto, van a tener un interés muy fuerte en que el Fondo le renueve el crédito a la Argentina para que el superávit fiscal no se utilice para pagarles a los multilaterales. El segundo objetivo es mostrarle al Fondo que la Argentina, aun sin el acuerdo, pudo progresar en la salida del default. Si la cuerda llegara a tensarse y la Argentina tiene que seguir sin acuerdo con el Fondo y pagando, los números no dan. No se podría sostener porque sólo al FMI habría que pagarle cerca de 4500 millones de dólares el año próximo. Ese es un número que no está en los cálculos de nadie. Creo que la Argentina va a llegar a un acuerdo con el Fondo entre enero y febrero del año que viene sobre un programa de largo plazo que incluya dinero fresco del Fondo para mejorar la oferta a los ahorristas privados.”

Miguel Kiguel
ex subsecretario de Financiamiento
“Esa estrategia no es sostenible”
“La estrategia del Gobierno de posponer la negociación con el FMI hasta el año que viene mientras se paga es viable, pero no es sostenible en el tiempo. Los que más se perjudican con esta posición son los acreedores privados, porque ellos imaginaban que podía haber plata fresca para dar un endulzante. Si llegamos a fin de año y la reestructuración de la deuda no genera los porcentajes de adhesión que espera el Gobierno, habrá que barajar y dar de nuevo. Se buscará algún mecanismo para ver cómo se puede retocar la oferta para generar mayor adhesión y habrá que diseñar un nuevo programa con el Fondo con metas monetarias, fiscales y estructurales que sean cumplibles. Yo creo que los dos van a tener que ceder en algo y está en el espíritu de ambos buscar entendimientos. Si la Argentina llega a entrar en default con los multilaterales, vamos a estar mejor en términos de flujos de transferencia al exterior porque se va a transferir menos plata, pero sería negativo en cuanto a inversión, podríamos tener salida de capitales e inestabilidad financiera. El clima de negocios se va a enrarecer muchísimo. No hay ningún país de ingresos medio que esté en default con los multilaterales. El Fondo no quiere que la Argentina entre en default y va a hacer lo imposible para mantener un programa.”

Aldo Abram
consultor de la city
“Se hace el gallito”
“El Gobierno se ha metido en un problema con el Fondo que no tiene solución en el corto plazo. Existen metas cualitativas que se han incumplido como la ley de coparticipación federal, la consultoría a la banca pública y la instrumentación de la compensación a los bancos, que está mal hecha. Además, en el Fondo no hay predisposición para darle un waiver a la Argentina porque no están de acuerdo con la estrategia de imposición del Gobierno en la reestructuración de la deuda. El Fondo considera que se debe negociar con los acreedores, lo cual no se ha hecho. Entonces es lógico que se demore la aprobación de las metas. En respuesta, el Gobierno ha decidido demostrarle al Fondo que puede hacer una reestructuración exitosa para luego conseguir que se aprueben las revisiones. Mientras tanto no queda más remedio de pagar. El problema es que, cuando te hacés el gallito diciendo que tenés razón y no la tenés, las consecuencias son peores. El Fondo va a exigir un acuerdo mucho más duro. Si en esa instancia la Argentina radicaliza su posición y decide dejar de pagar la desaceleración de la economía que se está observando, ahora tendería a volverse estancamiento y podríamos encontrarnos frente al inicio de recesión porque, total, en un país en cesación de pagos nadie invierte.”

Miguel Angel Broda
consultor de la city
“Negociarán en marzo”
“Como consecuencia de la postergación de la tercera revisión del acuerdo con el FMI, el Gobierno tomó la decisión de ‘suspender’ las relaciones con el organismo. No me parece que la discusión sea en función del superávit primario del año que viene porque la Argentina, ya en la reestructuración de la deuda, anuncia que va a tener un superávit primario superior al 3 por ciento. Las discrepancias surgen en torno a las reformas estructurales, que el Fondo considera cruciales para tener crecimiento sostenido y sostenibilidad fiscal, mientras que para el Gobierno no son un objetivo primario. Otra diferencia es en torno a los niveles de deuda que la Argentina debería cancelar con el FMI en los próximos años. El programa de reestructuración supone una renovación del capital hasta el 2014, y ahí hay diferencias. Eso no significa que el país le vaya a pagar al Fondo indefinidamente. La estrategia es volverse a sentar en marzo para hacer un nuevo acuerdo o reflotar el actual. Las diferencias con relación a las reformas estructurales van a subsistir, pero puede ser que en marzo aparezca el apoyo político que esta vez estuvo ausente, y se pueda acordar. Es cierto que mucha gente estaría muy contenta de no firmar un acuerdo con el Fondo, pero le debemos 15 mil millones y luce muy difícil poder cancelarlos en un plazo perentorio.”

Daniel Artana
economista FIEL
“Se están quemando las naves”
“La estrategia de pedir una impasse y pagar es preferible a la estrategia de hacer una impasse y entrar en default. El Gobierno juega sus cartas a arreglar con los acreedores privados, pero la propia jugada le baja las chances de arreglar. La propuesta de reestructuración con los privados supone que el FMI le va a renovar vencimientos de capital durante diez años. Ese supuesto no estaba garantizado antes, pero un acuerdo por tres años era mejor argumento que una impasse. Lo ideal hubiera sido que el Fondo aprobara la revisión de junio, pero no es correcto decir que nos corrieron el arco otra vez porque el Gobierno se había comprometido a realizar la auditoría a los bancos oficiales, renegociar los contratos de servicios públicos y sancionar la ley de coparticipación, pero no cumplió. Si consigue una adhesión razonable de los privados a la propuesta de la deuda, la discusión con el Fondo se va a simplificar; pero si eso no ocurre, en diciembre el Fondo va a exigir un mayor superávit primario. El Gobierno está quemando las naves porque ahora les puede pagar a los multilaterales sin aceptar las condicionalidades, pero si el año que viene no consigue una renovación la plata no va a alcanzar, y entrar en default con los multilaterales no conviene.”

Jorge Schvarzer
economista Plan Fénix
“Es una jugada original”
“La decisión de seguir pagándole al FMI al mismo tiempo que el Gobierno se desentiende de sus presiones me parece una jugada original. Es terrible tener que rendir examen cada tres meses sobre variables cualitativas o sobre cuestiones que el Gobierno no controla de modo directo. Le han puesto fecha límite para una ley de coparticipación. Además, le exigen una actitud amigable con los acreedores que es difícil de definir. El Fondo tiene una tradición de soberbia y omnipotencia espectacular porque, en lugar de reconocer que con la Argentina se ha equivocado, lo que hace es exigirle cada vez más. Actúa de manera hipócrita porque tiene un discurso a favor de los acreedores, pero se preocupa por cobrar primero lo máximo posible. Está claro que el Gobierno no está planteando seguir pagándole al Fondo durante el resto de su historia sin negociar, pero la decisión tomada reduce la presión en un momento crucial de negociación de la deuda con los acreedores privados. Además, en noviembre hay elecciones en Estados Unidos y para fin de año puede llegar a haber un nuevo secretario del Tesoro norteamericano. El Gobierno debe plantear la negociación con los países accionistas del Fondo porque son éstos los que terminarán tomando las decisiones y no el staff del organismo.”

Jorge Carrera
economista jefe del IEFE
“Escarceos para la tribuna”
“El Gobierno argentino, los bonistas y el Fondo están moviendo piezas hacia una especie de momento culminante del proceso de renegociación de la deuda. La estrategia general del Gobierno está muy bien. Lavagna juega a aumentar la presión sobre el Fondo. Lo hizo a partir de una aguda crítica a la autocrítica del organismo y tirando la idea de que la tercera revisión no es importante en términos de la negociación con los acreedores privados. Además está poniendo en evidencia que los bonistas van a recibir poco porque el Fondo recibe todo y es tratado de modo especial. Es muy inteligente la idea de quitarle dramatismo al hecho de que el Fondo nos quiera presionar con la no revisión, pero al mismo tiempo lo que está haciendo el Gobierno es evitar romper los puentes. Hace una movida intensa y ahora espera que el FMI muestre más cartas. El Gobierno sabe que lo que viene en las otras revisiones es condicionar un superávit fiscal más alto y un dólar más bajo, pero no creo que la disputa llegue a mayores. Haya o no acuerdo con los acreedores, el Fondo va a evitar que el país se libere demasiado. Para la Argentina tampoco es fácil porque hay una serie de vencimientos que implican mucho dinero. Hasta ahora vemos escarceos hacia la tribuna en una negociación que se ha convertido en mediática.”

Saul Keifman
economista de la UBA
“Es un compás de espera”
“La nueva estrategia del Gobierno pareciera estar considerando la posibilidad de que no haya una cantidad significativa de acreedores privados que acepten en lo inmediato la propuesta de reestructuración de la deuda. Si esto es así, no hay posibilidad de acordar con el Fondo pues, más allá de los reclamos de reformas estructurales, la aprobación de la tercera revisión parecía depender de una mejora en la oferta a los acreedores. Al ver esta situación, el Gobierno pudo haber decidido utilizar el superávit fiscal para pagar la deuda con los organismos multilaterales. El problema de esta estrategia es que implicaría un aumento de los pagos en lugar de una disminución, porque la proyección incluida en la propuesta formulada en Buenos Aires suponía pagos de 4 mil millones de dólares por año y a los organismos financieros se les debería pagar más de 6 mil millones sólo el año próximo. Esta política puede tener el atractivo de liberarnos de la condicionalidad macroeconómica del Fondo, pero supone un esfuerzo fiscal mayor para cancelar los vencimientos, tal como pedía el FMI inicialmente. Esta contradicción me hace pensar que tal vez no estemos frente a un cambio de estrategia sino en un compás de espera para ver si cambia el escenario político internacional, sobre todo esperando las elecciones en Estados Unidos.”

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Debate/ FMI

La decisión del Gobierno de rechazar las exigencias del FMI sin romper relaciones ha generado una situación inédita.

Para ganar “independencia económica” se anunció que se le pagará al organismo todos los vencimientos de aquí a fin de año.

Los economistas más críticos señalan que el costo de la “independencia” tendría el mismo efecto que el provocado con las recetas ortodoxas.

En la city coinciden al afirmar que Kirchner y Lavagna más temprano que tarde volverán a definir un nuevo acuerdo con el FMI.

Otros expertos sostienen que la jugada del Gobierno apunta a presionar al Fondo para hacerlo retroceder.

Y también para romper con la alianza FMI-acreedores defolteados.

 
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